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нεяε cσмεs тнε sυη

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¿Qué estoy haciendo?

Eso fue lo primero que se preguntó Duncan cuando empezó a atardecer. Miró el reloj y miles de pensamientos nacieron en su cabeza. Seguro que Maddie ya estaba lista y él todavía estaba en pijama. Si fuera tan sencillo, se quedaría así, en casa, pasando de todo lo que ocurriera fuera. Pero quedarse en casa complicaba más las cosas y sus inquietos pies acabarían pasándose por el porche de la casa vecina. Siempre estaba con lo mismo, y siempre acababa saliendo de casa, saliendo con Maddie, Mindy y sus amigos.

Todo lo hacía por una razón absurda.

Todo lo hacía para no estar junto a esa otra casa.

Todo lo hacía para no pensar en ella.

Duncan no era totalmente consciente de en qué momento sintió que las cosas habían cambiado respecto a Adriel. Solo que un día se dio cuenta de lo mucho que la quería, en comparación con lo que pensaba. Pero sabía que ella nunca lo vería de la misma forma y por eso buscó consuelo en otros brazos. Tras tanto tiempo en silencio, enterró sus sentimientos y empezó a sentir cosas por otra persona.

O más bien, se obligó a ello.

Los primeros días fueron raros. Por vergüenza y culpabilidad, Duncan era casi incapaz de cogerle la mano a Maddie. Tan solo eran unos críos que no tenían ni idea de la vida, y seguían sin tenerla, aunque Duncan estaba seguro de que su visión sobre ésta se había expandido. Después de contárselo a Adriel, ella misma fue la que se separó de él, y de nuevo, justo cuando se había acostumbrado a Maddie, sus sentimientos por Adriel emergieron. Estuvo a punto de renunciar a todo, ir a su casa y contárselo, pero no lo hizo. En cambio, metió su corazón en una bolsa y la tiró al fondo de un pozo. Pasaron las semanas, los meses, y por un tiempo, sí que llegó a gustarle Maddie de verdad. Era divertida, se portaba bien con él y hacían cosas entretenidas por ahí. Pero al cabo de un año, se acabó la gasolina.

Podía ser divertida, pero no era Adriel.

Podía no meterse con él a todas horas, pero no era Adriel.

Podían entretenerse por ahí haciendo cosas de adolescentes normales y corrientes, pero no era Adriel.

Y él, falto de corazón, seguía negándose a bajar a recuperarlo, porque ahora era a ella a quien había perdido, y ya no tenía ningún sentido intentar nada. Tampoco sabía por qué se había enfadado tanto Adriel, aunque llegó a la conclusión de que fue por no habérselo dicho antes, después la cosa fue a más cuando él empezó a faltar, y todo se terminó de romper cuando fue a verla, un año atrás. En ese momento, Duncan descubrió que nunca se habían peleado. No de verdad. 

I N E F F A B L E ▶ GOOD OMENSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora