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thє fínαl cσuntdσwn

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thє fínαl cσuntdσwn

Se detuvo el tiempo. El viento, el sonido. Los corazones. Todo a su alrededor se detuvo de pronto como si el encargado de la máquina de simulación de la existencia le hubiera dado a pausa. Adriel miraba aterrada a la criatura que, aparentemente, tan solo sus ojos podían ver y reconocer.

Y es que jamás olvidaría esa presencia, esa figura, esa... Cosa.

Porque fue la que se llevó a su hermano, y ahora, la que lo había suplantado.

Ni Aziraphale, ni Crowley, ni los dos jóvenes humanos allí presentes comprendieron las palabras de la chica. Sonó como a un rechazo, como si no quisiera tener que recordar, aceptar. Porque no estaba lista. Porque le dolía, o quizás porque sabía a traición. Porque sentía que la estaban usando de alguna forma. Porque no quería tener que decir adiós otra vez. Pero ninguno llegó a imaginar el tamaño de la verdad. Por su parte, Hesper no decía nada. Se mantuvo en silencio observándola con confusión, pero entendiendo un poco su postura.

Un suspiro de Crowley rompió ese silencio, esa congelación del tiempo.

—Vamos a ver. Adriel, ¿de qué estás hablando? Ese de ahí es Hesper, es tu hermano...

—No —zanjó, mirando a Crowley —. Es un impostor.

Hesper tampoco sabía qué responder. La observaba con un interrogante en la mirada, deseando que se explicase.

— ¿Es que no lo veis? —Solo respondió el silencio y la incertidumbre. — ¡Miradlo! Solo eso. ¿Veis a Hesper por algún lado? ¡Miradlo bien!

Duncan lo miró de reojo tratando de ser lo más objetivo posible. Adriel lo había pasado mal, muy mal, y lo último que quería es que sufriese más. Pero la conocía, de toda la vida, sabía que por muchas locuras que hiciese, por muchos errores que cometiese, por muy cabezota que fuera, no inventaría algo así. Y viéndolo con detenimiento, sí que notaba algo raro en ese Hesper. Algo que le hacía distinto al otro, al de verdad. A su mejor amigo.

—Esa es una acusación muy grave —protestó Wesley —. ¿Qué derecho tienes a decir eso?

—Perdona —se adelantó Duncan —, ¿y tú eras?

Wesley se mordió la lengua antes de soltar que era su novio, porque no estaba seguro de dónde se había quedado su relación. Estaba nervioso, asustado. No podía entender las miradas que le dirigían Adriel y Duncan a Hesper. Como si fuera malo, como si fuera un extraño. Como si fuera un monstruo. ¡Él! Quien le había ayudado a pesar de sus propia dificultades, quien le había apoyado. Wesley nunca se había enamorado de verdad. Y pensaba que Hesper podía ser ese uno. No alcanzaba a imaginar cómo alguien tan bueno como Hesper podía ser malo.

Entonces Aziraphale dio un paso al frente. Se interpuso entre los hermanos, obstruyendo la visión, el odio que fluía, la rabia que Adriel siempre derrochaba. El ángel miró a Crowley, pero el demonio estaba de espaldas.

I N E F F A B L E ▶ GOOD OMENSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora