19

201 35 11
                                    

нαммεя тσ ғαℓℓ

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

нαммεя тσ ғαℓℓ

Crowley no sabía qué hacer. Estaba paralizado ante la imagen que su mente traicionera le estaba enseñando. Aziraphale, allí plantado, con Hesper y un desconocido. No quería creerlo, o más bien no podía. Tampoco es que tuviera mucho sentido, ¿no? Él ya se estaba empezando a hacer a la idea, aunque sabía que nunca pasaría página, pero había empezado a pensar que quizás solos, él, Adriel y el joven vecino Duncan Dipper, no les iría tan mal. Y de pronto, todo se viene abajo, se desmorona y las heridas se abren de nuevo.

Aziraphale sonreía, aunque no había ni un ápice de felicidad en su gesto. Él mismo comprendía que su llegada no iba a arreglar nada. Porque lo peor de romper algo sin saberlo, sin querer, es no saber por dónde se ha roto, por que o por dónde. Él mismo sabía que nada volvería a ser como lo fue hacía años, pero no podía hacer más. No tenían a dónde ir. Esperaba poder hablar con Crowley, comprenderse el uno al otro de nuevo. Esperaba que entrara en razón una vez le explicara la situación. Pero el ambiente estaba compacto entre ellos. Para llegar al demonio, primero tendría que romperlo.

—Vaya, Duncan. Te veo muy bien. Has... ¡Crecido un montón!

—Gracias —casi no le salía la voz.

Al Ángel se le puso un nudo en la garganta la ver su aterrada expresión. Dirigió la mirada con cuidado a la chica que parecía esconderse tras el joven Dipper. Aunque eso no tenía ningún sentido. Adriel siempre iba por delante.

—Y, Adriel. Estás... Increíble. Tan mayor —se dejó llevar.

Dio un paso hacia el frente, estirando los brazos hacia ella.

— ¿Qué significa esto? —Intervino Crowley. — ¿Qué...? ¿Qué estáis haciendo aquí?

El rostro de Aziraphale se entristeció. Retrocedió, volviendo a su posición anterior. Se aclaró la garganta y los encaró con una mirada seria.

—Hemos tenido problemas, Crowley. Ángeles y demonios, han tardado, pero siempre han dado con nosotros. No quedan sitios donde poder escondernos, han ido allá a dónde fuésemos.

— ¿Y os venís aquí para que el único lugar seguro que conocemos deje de ser tan seguro?

— ¡Precisamente por eso, Crowley! Han pasado siete años y no habéis corrido peligro ni una sola vez. Ni ángeles ni demonios. Habéis tenido una vida tranquila incluso cuando Gabriel se presentó en este pueblo. No han vuelto a molestaros. No sé cómo ni por qué, pero siete años sin incidencias es suficiente para mí.

— ¿Y crees que podéis plantaros aquí así, como si nada? ¡Han pasado siete años, Aziraphale! ¡Siete años! Sin llamadas, sin cartas, sin noticias vuestras. Habíais desaparecido para siempre. ¿Tienes idea de lo que nos ha costado lograr esta "vida tranquila"? ¿Tienes idea de lo que hemos tenido que pasar?

I N E F F A B L E ▶ GOOD OMENSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora