II

4.7K 548 272
                                    

II: Mensajes

Desde su primera pelea con Sero en el festival deportivo de primer año, Todoroki había aprendido que no era de hombres, como diría Kirishima, acabar una pelea en un solo movimiento y abrumar al rival; bajaba la moral. Había escuchado a hurtadillas —realmente iba de paso— cómo Sero le comentaba a alguien por teléfono lo mal que se sintió al perder así, al darse cuenta de los diferentes niveles de habilidades. Y Shouto no lo culpaba, él había crecido bajo un estricto régimen de entrenamiento, mientras el resto apenas empezaba a realmente usar su kosei, a descubrirlo.

Recordó cuánto se odiaba a sí mismo. Cómo la ira que lo consumía, sin saber a quién dirigirla, terminaba explotando en cualquiera. Así que siempre estaría agradecido con Midoriya por haberle mostrado otra perspectiva. Era su mejor amigo y también quien respondía sus dudas en los temas más pueriles sin burlarse de él.

Así que, bajo esa creencia, Shouto había alargado la pelea con el villano. Un sujeto capaz de manipular hilos a su antojo como si se tratara de una araña.

Pudo imaginarse a Yaoyorozu chillando al ver las telarañas, recordando lo nerviosa que se ponía cuando veía arácnidos. Al menos tenía suerte y su fuego podía quemar los hilillos exasperantemente pegajosos.

Últimamente, a Todoroki le sorprendía hallarse divagando, perdido en su fuero interno mientras su cuerpo se movía por inercia, como el autómata que su padre había ayudado a diseñar. A sus veinticinco años, con una lista interminable de logros profesionales, empezaba a cuestionarse si alguna vez llenaría el espacio de logros personales que reposaba en su corazón con apenas unas cuantas cosas.

Regresó a la realidad cuando sintió un pinchazo en la mejilla. La sangre le empapó el cachete, calentando su piel aterida. Se repitió que no era bueno abrumar a las personas con el poder de su kosei, pero, pese a los intentos del villano de atinarle un golpe con movimientos inexpertos, le molestaba que no hubiera dudado dos veces para lastimarlo.

Después de todo, se trataba de un hombre de mediana edad, probablemente impulsado a obrar mal por los acontecimientos de su vida, tal vez deudas, un matrimonio infructuoso, soledad... Había tantos motivos tras los ideales de los villanos, que a Shouto le fascinaba un poco. No era curiosidad morbosa, sino genuina, impulsada por descubrir la psiquis de un individuo. Contrario a lo que imaginaban, a Shouto no solo le gustaba derrotar villanos por ínfulas heroicas, a él le gustaba ver qué había más allá y, quizás, ayudarlos a reincorporarse en la sociedad.

—Tu postura es tan frágil —pronunció con voz monótona, cerrando la distancia para tomar su antebrazo y doblarlo hacia atrás en una sencilla llave.

Su padre siempre le había dicho que su apabullante poder podría derrumbar a un villano de un solo golpe, que se enfocara en la potencia, en la extravagancia y en la explosión de energía; pero Shouto había atravesado su fase rebelde y, con ayuda de combatientes cuerpo a cuerpo como Midoriya y Ojiro, había dominado distintas artes marciales. Por lo tanto, y para sorpresa de las personas, Todoroki se hallaba a sí mismo conteniendo villanos más mediante simples ataques corporales que usando su kosei.

Desde que derrotaron a la Liga de Villanos, la tasa de criminales había disminuido exponencialmente y solo en escasas ocasiones debía luchar con todo lo que tenía. De hecho, la última vez que lo había hecho había sido hacía un año con una villana que podía teletransportarse.

A Shouto no le sorprendió que el sujeto se echara a llorar, despotricando cual chiquillo a la par que los policías lo apresaban y le agradecían sus servicios. Todoroki regresó a la Agencia de Endeavor para hacer el informe y dejarlo archivado adecuadamente. Despidiéndose de sus colegas, salió a su hora de finalización asignada.

Acuarela Facial || Todoroki Shouto x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora