IV

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Comprensión

En contadas ocasiones, Shouto tenía la oportunidad de salir temprano del trabajo. Cuando había acabado sus informes, cuando no surgía ningún contratiempo o cuando había suficientes héroes que suplieran su ausencia, se permitía anunciar su pronta salida. Así que, con una gorra de béisbol que Sero le había obsequiado en un intercambio de regalos al azar en su segundo año en U.A., se encaminó a las aún atestadas calles de Musutafu.

Las luces urbanas opacaban las estrellas, y no podía distraerse admirando la vía láctea oculta tras nubarrones, que auguraban un temporal, para no chocar con los transeúntes. Los pétalos de los cerezos inundaban las calles, deshojando por última vez en el año. Algunas parejas caminaban con los brazos atajados, y los estudiantes que salían de sus clases extras nocturnas lucían ensimismados en sus celulares.

En ocasiones, a Todoroki se le antojaba quedarse allí, observando el caos cotidiano y recordándose que era su deber protegerlo. Ser héroe resultaba ser más difícil de lo que el simple y fugaz deseo infantil representaba. Él había pasado de ser el hijo de Endeavor, a ser llamado Shouto, a tomar responsabilidad por sus acciones y a brindar un buen ejemplo a los ciudadanos. A veces se preguntaba si no hubiera sido mejor idea elegir un empleo como el de Tokoyami, subterfugio y discreto.

Sus pupilas saltaban de una persona a otra, siempre alerta a pesar de no estar en horario de trabajo. Sin embargo, sus ojo captaron una figura conocida y un rostro familiar.

Era (T/N).

Mantenían contacto casual por vía telefónica. No se respondían con frecuencia porque ambos estaban conscientes de que no eran un par de adolescentes desocupados, y cada uno atendía a su vida privada con diligencia. Pero le agradaba conversar con ella, siempre tenía algo interesante qué decir y se expresaba con cuidado, como si supiera de antemano el daño que las palabras podían generar. Así que se alegró un poco por encontrársela tan inesperadamente, sintió su corazón dar un pequeño brinco ante la posibilidad de invitarla tomar algo o siquiera de intercambiar saludos.

La joven iba hacia él, probablemente después de reconocerlo también. Shouto podía jurar que sus ojos conectaron por un instante; alzó la mano para saludarla y, cuando estuvieron a palmos de distancia, ella pasó de largo, manteniendo su ritmo cargado de premura.

Y Shouto...

Shouto se sintió azorado, entendiendo por fin el desaire que se experimentaba cuando se saludaba a alguien fútilmente, que Kaminari le había explicado tan dramáticamente.

No comprendía qué había pasado. ¿Por qué ella lo había ignorado a pesar de que habían cruzado miradas? ¿Acaso realmente intentaba ser cordial con él en vez de decirle de frente que había odiado cada instante de su única salida? ¿Había hecho algo malo que pudiera enojarla? Entendía que no había respondido su mensaje aún porque era una tarea que le gustaba hacer con tranquilidad, sin el apremio de su profesión; pero eso no justificaba su actitud.

Cavilando las posibilidades, decidió regresar a casa. A Shouto no le gustaba especular porque eso lo desconcentraba de la respuesta verdadera y, como solía ocurrirle a Midoriya, generaba ansiedad. Cuando tenía la respuesta tan cerca, pudiendo resultar ser sumamente obvia, se decantaba por solucionar sus problemas sin dilaciones.

Así que, después de bañarse y cenar algo, Shouto se sentó en el alféizar de su habitación y marcó el número de la chica para llamarle. El tono se escuchó varias veces y Todoroki curvó los labios de solo imaginarse a la mujer dando vueltas de un lado a otro en medio ataque de pánico.

La llamada por fin fue contestada.

—Ho-hola —musitó la voz suave de ella.

—Buenas noches, (T/N).

Acuarela Facial || Todoroki Shouto x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora