XI

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Inicio

Shouto tenía un serio problema.

Si bien le había dicho a Fuyumi sus intenciones, sus dedos parecían no querer marcar el número de (T/N), demasiado nervioso como para atreverse a recitar el número que ya se sabía de memoria. ¿Qué podía decirle? ¿Qué podía hacer por ella para que aceptara? Ciertamente, ella había admitido gustar de él, ¿pero era eso suficiente? Simplemente no podía ir y pedírselo sin nada de tacto. Quería que fuera especial, que se convirtiera en una buena memoria para ambos.

Dio un respingo cuando el celular vibró en sus manos, su corazón dio un vuelco al ver al remitente. Carraspeó, se sentó contra la pared para atenuar el dolor de las magulladuras que había dejado un villano, y contestó:

—Buenas noches, (T/N).

—Hola, Todoroki —susurró, y, como le pasaba últimamente, la mente de Shouto se llenó de sentimientos dulces, uno más que el anterior—. ¿Estás ocupado?

—No. Regresé hace una hora de la Agencia, pero ya estoy listo para dormir... —aseguró y continuó sin darle tiempo a responder—: Pero no me interrumpes ni nada.

—Si necesitas dormir...

—No. Hablemos, quiero escucharte.

Hubo una corta pausa y quiso imaginársela tomando aire para hilar sus palabras con un delator sonrojo. Sin dilaciones, empezó a preguntarle cómo le había ido ese día y cómo se sentía. Luego, le comentó sobre la llamada en la madrugada de Mina, se quejó un poco al respecto y mencionó el artículo que había causado cierto revuelo entre ambos.

—¿Te molesta?

—Me da un poco de miedo eso de que saben dónde vivo... O dónde es nuestro nido de amor. —Rio—. Y, bueno, de resto no importa mucho; como ya lo hemos hablado, lo que importa es lo que creamos nosotros...

Su voz fue disminuyendo su volumen gradualmente, hasta que solo se escuchaba su suave respiración.

—Re-respecto a lo que te dije ese día...

—¿Quieres hablarlo por aquí? —atajó, encogiendo las piernas y jugando con la bota del pantalón de su pijama.

—Pues... —Pausó.

Todoroki pudo escuchar al fondo cómo el viento soplaba y supuso que debía estar caminando. Esperó a que ella hablara con paciencia, la escuchó suspirar y por fin profirió en un tono casi ininteligible:

—Estoy afuera de tu casa —dijo—. Antes de que lo preguntes, le pedí a Mina tu dirección... Además, no es tan difícil encontrarla si buscas en internet.

—¿Estás...? —Todoroki se puso en pie en un movimiento casi inhumano—. Espérame, o toca el timbre, Fuyumi puede abrir hasta yo llegar.

—Te espero —musitó, respuesta que él vaticinó conociéndola como lo hacía.

Shouto colgó la llamada y azotó la puerta corrediza para avanzar a trompicones por los largos pasillos de su casa. No podía creer el deseo imperante en su pecho de verla, tocarla y escuchar su voz sin medios mecánicos, que se apoderaba de él. Abrió la puerta con cuidado luego de ponerse unos zapatos.

Vislumbró su silueta atenuada por las luces de los faroles del jardín, balanceándose en sus talones cual niña. Quería correr hasta alcanzarla para no seguir prolongando los exasperantes minutos sin ella. Sin embargo, se frenó cuando, a la escasa luz de la noche, ella habló:

—Todoroki.

—¿Sí? ¿Puedo ayudarte en algo?

—Pensé que estabas dentro de la casa.

Acuarela Facial || Todoroki Shouto x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora