1. Los Marginados.

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—Gael, Julian, vengan conmigo.

Gael dejó de golpear el saco de boxeo negro y Julian bajó el libro que estaba leyendo, sin dudar, ambos comenzaron a caminar detrás de la Doctora Ingrid hacia los jardines de la enorme Fortaleza de la Casa Blanca. La hermosa mujer castaña los condujo hacia una carpa algunos metros alejada de la entrada, al entrar los gemelos sintieron la tensión propia de los hermanos Danvers al estar encerrados. Julian se estremeció y trató de no mirar a Kaleb y concentró su mirada en el hombre detrás de un escritorio.

—Aquí están. Ellos son los gemelos Gael y Julian Stone –el hombre los evaluó con la mirada. Los ojos oscuros les recordaron a los de Kaleb. El presidente les tendió la mano a cada uno.

—Es un placer conocerlos al fin. Oliver, sientate por favor –dijo al ver de reojo al más joven tratar de escabullirse fuera de la carpa. Oliver lo miró sumamente mal y dio un paso hacia adelante, pero Kaleb lo detuvo.

—Aguanta un poco, Oli.

—Dejen de balbucear los dos, Kaleb –carraspeó –. Jóvenes Stone, han sido asignados a una nueva misión: protegerme de todo lo que pueda pasarme –Ingrid mandó rodar los ojos y habló.

—Chicos, tenemos en consideración sus recientes perdidas, pero requerimos de sus habilidades de fuerza y astucia para las estrategias de protección de la zona 218-A. Las ultimas semanas hemos sido atacados por los infectados en más de tres ocaciones. No les pedimos más que un plan de contingencia en caso de que haya otro ataque. Si están, dispuesto, claro –Julian y Gael se miraron y asintieron hacia la doctora. Oliver se volvió a levantar del sillón en el que estaba a su lado. El presidente lo sentó de un jalón, no sólo se molestó él si no también ellos dos y su madre. Gael puso su mano en el hombro de Kaleb que empezaba a enrojecer de furia

—¿Es verdad que tienes súper fuerza? –Gael asintió quitando su mano del hombro de Kaleb –. Exijo ver eso.

—Con todo respeto, señor presidente, requiero evaluar las vulnerabilidades de la muralla en este preciso momento.

—De acuerdo, entonces ve.

—Necesitaré ayuda de los hijos de la doctora Ingrid –el hombre hizo una mueca.

—No lo creo. Deseo estar con mi familia –Gael endureció la mirada.

—Y yo deseo estar con mi novia, quien fue asesinada por los mismos bastardos que van a venir a derribar la muralla si sus hijos no me acompañan justo ahora.

El hombre se quedó perplejo e impresionado. Ese chico era intimidante. Por su parte, Ingrid sonrió con orgullo. El presidente asintió hacia Kaleb y soltó a Oliver quien lo miró profundamente mal y salió corriendo de la sofocante carpa. Julian los siguió, pero el fortachón carraspeó.

—Gracias, señor. Le informaremos la situación más tarde –hizo una seña militar que iba totalmente dirigida a la mujer y salió de la carpa. Miró a Oliver respirar profundo varias veces hasta que se calmó, le sonrió y los cuatro caminaron hacia la entrada de la muralla, el centinela lo miró interrogante, Gael le mostró una placa que colgaba de su cuello –. No preguntes y abre la puerta. Ordenes del presidente –el hombre asintió y los dejó salir –Cierra.

—Pero...

—¡Cierra ahora! –no había terminado de gritar cuando la enorme puerta ya se estaba cerrando. Miró a su hermano –Revisa los muros, Jul. No tardaremos.

El pelinegro asintió mientras su hermano se llevaba a Kaleb y Oliver dentro del bosque, seguramente a calmar sus instintos asesinos con algún animal o bien, algún infectado. Julian revisó y evaluó las características del muro, la estructura y lo frágil que sería ante un ataque masivo tanto de infectados como de la Fortaleza Abney. Su mente divagó en ellos ¿Donde reclutaban tanta gente a su favor? Aunque la forma en quien mataron a Morgan había sido muy sencilla. Eso le hizo pensar en algo interesante ¿Morgan realmente está muerta?

V-77 |#2| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora