6. Primer Ataque Masivo.

81 11 2
                                    

—Doctora, el agente Payne, ha llegado –informó un agente y se retiró

—Agente Ben, debo informarle de algo que... –el hombre la interrumpió.

—¿Porqué no me informaron que Morgan Rogers murió?

—Lo hicimos –respondió ella extrañada –. El mensaje se transmitió a todas las Clínicas –el hombre cerró su puño al rededor del listón –. Nora fue quien recibió el mensaje.

—Eso lo explica. Nora nunca nos dice las cosas importantes que sabe que nos van a afectar.

—Lamento la pérdida, Agente Ben. Pero cumplieron la misión con éxito.

—Me lo imagino, era Morgan Rogers, la mejor agente que ha existido en la historia de la OCIM –respiró profundo – ¿Para qué me llamó, doctora Ingrid?

—Nos llegó esta carta hace unos días –alzó la hoja y se la entregó, el agente la analizó –. Sospecho que se trata de...

—Los Abney. Esos mocosos solamente quieren llamar la atención. Arrasaron con la Clínica de Chicago.

—Lo sé, y por eso no hay que tomarnos sus amenazas tan a la ligera ¿puede investigar si se trata de ellos, Agente Payne?

—Desde luego, doctora Ingrid –hizo la seña militar y caminó al elevador –. Estaré en el Sótano –ella asintió y respiró profundo en cuanto las puertas se cerraron. Miró la puerta en la que aun estaba encerrado el infectado, caminó hacia una vitrina y sacó la inyección que había preparado esa misma tarde, se colocó unos guantes de látex blancos y entró, no había nadie más en el laboratorio, había enviado a sus practicantes y asistentes a descansar.

—Segundo intento de la cura –el infectado se movía violentamente, la puerta se cerró y ella sonrió de lado, admirando al infectado –. Veamos si esto funciona.

E inyectó la jeringa justo en la zona del corazón, el infectado no dejaba de moverse con fuerza, de un momento a otro alcanzó a provocarle una herida con sus uñas en el brazo. La doctora miró la herida sin inmutarse, caminó dignamente hacia la puerta, la abrió y salió. Se cubrió con un pañuelo blanco, limpió la herida y esperó observándola.

El infectado siguió haciendo ruidos hasta casi el amanecer, la doctora no despegaba la vista de su herida, hasta que no escuchó nada más. Se asomó dentro de la habitación, el infectado estaba inmóvil, sonrió.

—Funcionó –se quitó la bata rasgada y caminó hacia su habitación para darse una ducha, después volvió al laboratorio, donde ya había llegado Keyla –. Buenos días Keyla.

—Doctora Ingrid –bajó la vista a su brazo herido –. Oh Dios, ¿qué le sucedió? ¿Se encuentra bien? ¿Fue el infectado?

—Si, fue ella.

—¡Santo Dios! –se aproximó a revisar la herida, Ingrid la veía impresionada, nadie se atrevía a tocarla jamas, pero se dejó hacer –. No está infectada... –la miró a los ojos –¿Duele?

—No, Key. La cura funcionó.

—¿Qué? –abrió sus ojos con sorpresa –¿De verdad?

—Si. El infectado me rasguñó después de haberle inyectado la cura, por eso es que la herida no está infectada. Además son las ventajas de ser inmune al virus –caminó hacia el botiquín en la pared para tomar una venda, Keyla la miró perpleja.

—¿Usted es inmune al V-77?

—Si, Keyla. Mi tipo de sangre es O+, antes de hacer los experimentos con los agentes Rogers y Stone, los hice conmigo misma.

V-77 |#2| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora