10. 'Flash'.

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La joven la miró sorprendida, pero M sacudió la cabeza con una mueca de dolor.

—¿Quien es el?

—Él, Am... Es otro chico al que revivimos. Murió junto a ti, solo que él no resistió la restauración mental como tú.

—Ya veo... ¿Su nombre es Dylan?

—Si... ¿Lo recuerdas?

—Solo la forma en que murió... Atravesado por una lanza –Nohemí desvío la mirada.

—¿Qué más recuerdas de eso?

—Ya te lo dije... La mancha roja –M miró la pared detrás del chico unos garabatos que él mismo había hecho –Iris... –la científica carraspeó.

—Bueno ¿Qué me querías decir, M?

—Ah, si... –comenzaron a caminar hacia la salida –Mi velocidad. Estos días estuve comparando mi velocidad con la de los humanos mas veloces del mundo. Terminé pasando a los animales. Soy casi tan veloz como el guepardo. Eso es anatómicamente imposible, según los libros de anatomía que encontré en una oficina ¿Cómo es posible?

—Bueno, por lo que sabemos, el virus afecta de diferentes formas a los diferentes tipos de sangre que los humanos portamos. Tu tipo de sangre es O+, es uno de los más comunes, la afectación hace que los huesos crezcan y se fortalezcan, pero también posee una velocidad impresionante. Todos los tipos tiene características diferentes.

—Entiendo, pero... ¿Porqué yo conservé esa velocidad?

—Eso aún es un misterio, al menos para mi. Habría que investigarlo. Yo puedo hacerlo, si quieres.

—No, estoy segura de que yo puedo encontrar la respuesta.

—¿Cómo? ¿Corriendo? –se burló.

—Aunque te parezca loco, si.

—Bien, si me necesitas, estaré en el laboratorio –y se fue.

Cuando la vio perderse en las escaleras hacia su laboratorio corrió dentro de la PDI, buscó la celda y se colocó frente a ella. El chico rubio la miró a los ojos y se irguió. Articuló con sus labios la letra "M" y extendió su mano hacia ella, le tocó su rostro y parte del cabello.

—Dylan... –el chico la miró con curiosidad.

—M ¿Qué haces aquí? –La tomó del brazo pero no pudo estirarla –. No puedes estar aquí tu sola –M lo miró, después volvió su vista al rubio –¿Lo recuerdas?

—Solo la forma en que murió –hizo una pausa –. Leo... Él y yo ¿eramos cercanos? –el pelirrojo se sorprendió ante la pregunta.

—¿Porqué lo preguntas?

—No lo sé. Siento como una especie de... Afecto hacia él.

—Bueno, entrenaban juntos, yo diría que si eran cercanos.

Dylan miró con el ceño fruncido a Leo y pareció gruñir, luego volvió a la pared y se refugió en una esquina de la celda.

—No se ve muy cómodo en esa celda...

—Lo cambiaremos, no te preocupes. Hay que irnos, el hedor es insoportable aquí.

M asintió y caminó con Leo sin dejar de ver los ojos de Dylan. Verlo en ese estado, le causó un nudo en la garganta, él debió haber sido muy importante para ella en el pasado. Leo volvió a invitarla a cenar, pero esta vez decidió aceptar para que la dejara en paz, y se arrepintió toda la cena de haber aceptado.

Leo era engreído y presumido. Hablaba solo de él mismo, sus hazañas dentro de la fortaleza, lo que hacia antes del apocalipsis. A M le parecía aburrido, pero ella no tenía nada interesante que contar, por su mente sólo rondaban los libros de biología que recientemente había leído, se limitó a comer y sonreír de vez en cuando, hasta sentir una fuerte opresión en su estómago. Se llevó las manos a la zona, Leo se extrañó.

V-77 |#2| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora