13. Intercambio.

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Silencio.

Tensión.

Un silencio sepulcral y un horrible tensión era lo único que se sentía en el auto.

Un chico rubio conducía tenso, a su lado, Sasha intentaba distraerse mirando la carretera, y en la parte de atrás Leo no perdía ningún detalle de cualquier movimiento que hacia Oliver, quien tenía un brazo cruzado mientras que con el otro miraba su daga. En su interior, el muchacho se reía del miedo de los más grandes.

Cuando llegaron a la Fortaleza, al bajar del auto, le ataron las manos con una vieja y correosa cuerda. Esta vez, no puedo evitar reírse con fuerza.

—Silencio, mocoso –la chica que le ataba las manos lo reprendió. Tenía el cabello rosa y era considerada como la más atractiva de toda la Fortaleza.

—No me llames "mocoso" –respondió tratando de contener su risa. Leo carraspeó y comenzó a reprender a los demás chicos por haber dejado atrás a M.

—¡Son un montón de cobardes, idiotas!

—Vaya, por primera vez, estoy de acuerdo contigo en algo –dijo Oliver pateando una piedrita.

—Te dije que guardaras silencio, mocoso. Jamás se interrumpe a los Abney.

—¿Y esos quiénes son o qué? –algunos de los jóvenes rieron pero en cuanto Leo los fulminó, desviaron la mirada. La chica apuntó a Oliver con el arma.

—Cállate, no tienes derecho a hablar, Mocoso –El chico frunció el ceño.

—Lucía, basta –dijo Leo apartándola de Oliver –. Todos adentro –los jóvenes corrieron como gallinas sin cabeza, el pelirrojo miró a Oliver –. Ven conmigo, Oliver, te mostraré tu habitación.

Y comenzaron a caminar, nuevamente en total silencio. Lucía iba al frente con un arma, Oliver detrás de ella. Sasha y Leo detrás del chico y otros dos chicos con armas detrás de ellos. Oliver movía discretamente las manos, dentro de la manga de su sudadera había ocultado su navaja, por lo que esperaba el momento perfecto para liberarse y asustar a todos. De un momento Lucia rió.

—No entiendo porqué pediste tanta seguridad, Leo. Solo es un mocoso malcriado.

—Si vuelves a llamarme mocoso te rajo la garganta –La pelirosa se dio vuelta mirándolo altanera.

—Quiero ver que lo intentes. No eres más que un pequeño y lindo niño malcriado. No tienes las agallas de matar a una mujer, mocoso.

Sin previo aviso y sin siquiera parpadear, Oliver le soltó un navajazo al cuello, Leo vio el momento exacto en el que Oliver sonrió de lado al escuchar el grito desgarrador se la chica, ver la sangre brotar de la garganta y esparcirse por el suelo sin control. De pronto se giró hacia él.

—Será mejor que la saques antes de que los infectados huelan la sangre y vengan a atacar –caminó por encima del cuerpo de la chica quien aún estaba viva y lo veía con miedo, Leo y Sasha rodearon el enorme charco de sangre.

A todos se les revolvió el estómago. No por la sangre o la herida abierta de la chica. Sino porque aquel niño tenía apenas 12 años y era una persona viva, no un infectado a la que había matado. Ni siquiera se veía una pizca de piedad o arrepentimiento al hacerlo, solo placer. Placer de ser un asesino a sangre fría.

—Saquenla y limpien eso –ordenó el pelirrojo a los chicos que los seguían. Con un escalofrío siguió a Oliver y lo condujo a su oficina. Carraspeó, pero no pudo evitar el tono agudo en su voz al hablar.

—¿Sabes porqué te trajimos aquí, Oliver? –el joven recorrió la habitación buscado algo interesante en ella.

—No, y tampoco me importa –caminó hacia un estante y tomo una figura de un hombre con un bate de béisbol, pero la volvió a dejar en su lugar –. Nada de lo que hagan conmigo nos va afectar, en cambio, a ti si te afecta hayan secuestrado a Morgan –Leo lo miró mal.

V-77 |#2| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora