2. El verdadero origen del V-77.

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A medida que el muro se reconstruía y los agentes mayores entrenaban a los nuevos, la esperanza en cada uno crecía. Sin embargo, el Señor Presidente no dejaba a sus hijos a participar de las nuevas actividades. Nuevamente encerrados en aquella carpa del horror, ambos hermanos comenzaban a desesperarse. Su madre de vez en cuando hablaba con ellos, pero tenía que terminar lo antes posible las curas del virus, lo cual estaba llevando mas tiempo del previsto gracias al caprichoso Presidente. Kaleb discutía más con ella, pero intentaba contenerse, no quería que Oliver la llegara a odiar de verdad.

Oliver jugaba con la funda de la navaja mientras miraba fijamente al hombre pelinegro frente a él sentado detrás de un escritorio. Pensaba en todas las formas en que podía matarlo. De un momento a otro desenfundó la daga y caminó hacia él, pero su hermano mayor levantó la vista del libro que estaba leyendo.

-Quiero salir -musitó el menor.

- Ya dije que no, Oliver. Sientate por favor.

-¡No quiero sentarme! No me puedes dar ordenes, tu no eres mi padre, no tengo porque obedecerte. Odio los lugares encerrados, necesito salir -el hombre frunció el ceño.

-Sientate Oliver, no lo volveré a repetir. ¿No ves que trato de protegerte?

-¿Protegerme? Tenerme aquí encerrado no es protección.

-¿Prefieres estar afuera donde esas cosas te pueden morder e infectarte?

-¿De verdad quieres que te responda? -el hombre apretó los puños. Kaleb vio como Oliver giraba la navaja en sus manos y dejó el libro a un lado. El hombre respiró profundo.

-Te quedarás aquí donde pueda verte mientras tu madre termina su trabajo. No quiero un muerto viviente como hijo.

Oliver apretó el mango de la navaja y sin dudarlo la lanzó hacia la cabeza del padre de Kaleb, quien abrió los ojos con sorpresa, pero al instante los cerró esperando algo que no pasó. Abrió sus ojos lentamente solo para ver a Kaleb sosteniendo la navaja a pocos centímetros de su rostro, justo en medio de cejas. El joven había atrapado la navaja en el ultimo segundo, su padre lo miró impresionado.

-¿Pero qué...?

-Si no quieres que de verdad te mate, padre, déjalo salir.

-Dije que no.

-Oliver tiene razón, él no es tu hijo, no puedes ordenarle nada. Pero yo si, aquí estaré. Déjalo salir a tomar un poco de aire, es un poco claustrofóbico -el hombre lo pensó y suspiró.

-No entiendo cómo es que prefieren el aire contaminado con el virus que estar a salvo aquí dentro.

-Hubiera preferido nunca haber llegado aquí. Estábamos mejor afuera sobreviviendo -dijo Oliver antes de salir de la carpa. Kaleb alejó la navaja y la giró un poco en su mano, volvió a caminar al sillón donde había dejado su libro pero su padre habló.

-¿Tú también lo crees, hijo?

-¿Qué cosa?

-Que era mejor allá afuera -Kaleb suspiró y se giró hacia él -¿Lo crees?

-Aunque no lo creas, Joseph, si, era mejor estar allá afuera tratando de sobrevivir. Conocimos personas en la misma situación, hicimos amigos -sonrió un poco -, ¿tienes idea de lo difícil que es para nosotros hacer amigos? Claro que no, no la tienes. Sin embargo, perdimos a algunos de ellos -lo miró a los ojos -. Oliver y yo estamos acostumbrados a estar solos, a ver a mamá de vez en cuando, a no verte a ti nunca. No dependemos de nadie, no seguimos las leyes. No esperes que de un día para otro nos acostumbremos solo porque tú lo pides. Sé que quieres ganarte la confianza de Oliver, pero jamas lo lograrás encerrándolo, es evidente que no lo conoces. Te daré un consejo: si quieres que te haga caso, déjalo salir, déjalo expresarse -agudizó la mirada acercándose a su padre -, déjalo matar.

V-77 |#2| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora