20. Heroes sin capa.

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—Entonces quieren una misión especial fuera de la Fortaleza.

—Así es, doctora.

—¿Porqué repentinamente, agente Rogers?

—Por más que me gustaría ayudarle con las demás curas necesito salir. Pasé tanto tiempo lejos de quien soy realmente que ya no estoy cómoda solo estando encerrada –inesperadamente la doctora sonrió.

—¿Porque no salen a probar las curas que ya tenemos? Sería interesante como una prueba de campo. Así, Morgan, puedes conseguir información ¿Les parece?

—Suena excelente, doctora. Pido permiso para armar un nuevo escuadrón y entrenar a los demás para esta misión durante unos días.

—Concedido –Morgan sonrió, hizo la señal militar y se retiró, la mujer miro a Gael –. No te apartes de ella.

—Nunca más, doctora.

Durante los siguientes días formaron escuadrones diferentes a los de antes y Morgan los entrenó a todos. Consiguieron armas especiales para transportar la dosis exacta de la cura necesaria. Cada escuadrón llevaba un equipo médico, comida, agua, medicinas y sueros en caso de que llegara a funcionar.

Por otro lado, ambos hermanos Danvers estaban frente a su padre, ambos con expresión de fastidio.

—Ya dije que no.

—No veníamos a pedir permiso. Solo avisarte que mañana nos iremos en...

—Que no.

—¿Y por qué no? –cuestionó Kaleb.

—Sigo estando en desacuerdo que vayan y regalen la cura. Tampoco quiero les pase nada malo.

—Eso es mentira –dijo Oliver sacando su navaja –. No te interesa lo que nos pase.

—¿Tu qué sabes?

—Yo sé más de lo que crees. Sé que pretendes preocuparte por nosotros pero solo quieres evitarte problemas y que te vean mal.

—Silencio Oliver.

—No eres mi padre, no tengo por qué obedecerte Joseph.

—Soy el presidente y tu eres un ciudadano de esta nación.

—¿Hablas de la nación que tu mismo destruiste por un berrinche? Hasta donde yo sé, tu acabaste con tu propia nación.

—Saldremos solo unos días. Regresaremos cuanto antes, padre –informó Kaleb dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Los dos lo miraron extrañados y Oliver corrió detrás de él.

—Kaleb, ¿estás bien? –lo miró por un segundo.

—Si, claro.

—Tu nunca le hablas así...

—Cada día me dan más ganas de matarlo. Y no quiero romper la promesa que le hice a mamá.

—Yo puedo matarlo, si quieres –Kaleb le sonrió y le revolvió el cabello.

—Es el presidente, no puede morir por ahora. Y no hay más candidatos a la presidencia. No te preocupes por eso, hermanito.

—Últimamente estás muy raro, Kaleb.

—Bueno, me hice a la idea de que Morgan estaba muerta y un día apareció vida, al siguiente me recuerda y ya todo vuelve a estar como antes... Por ahora no tengo un propósito de vida, mucho menos estando aquí encerrado.

—¿Entonces si vamos a ir a la misión?

—Claro que iremos, somos los que más necesitan salir para despejarse –ambos rieron y chocaron sus puños –. Cada día estás más alto, Oliver.

V-77 |#2| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora