Capítulo 51

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Tomó el brazo que rodeaba su cintura y lo alzó para levantarse con cuidado de no despertar a Remses, pero todo fue en vano.

— ¿Dónde vas?, —Preguntó con los ojos cerrados aun—.

—Lo más lejos de ti.

—Scarlet, —Intentó acariciarla, pero esta se negó —.

—Ni se te ocurra.

—Scarlet por favor.

— ¿Por favor?, —Dijo levantándose de la cama con dirección a la puerta, pero él la detuvo—.

—Necesitamos hablar, yo..., yo necesito que me escuches.

— ¿Qué te escuche?, no tengo nada que escucharte, no me interesa, y ahora déjame salir o no respondo.

—No voy a dejarte salir hasta que hablemos.

-— ¿Estás seguro?, —Sonrió desafiante y pronto sus ojos se tornaron de un color rojo encendido—, aléjate, no lo repetiré de nuevo.

—Ya te dije que no.

—No digas que no te lo advertí, —En un movimiento rápido lo tomó del brazo y le dio una descarga eléctrica que lo hizo quedarse de rodillas, pero esto no lo amilanó y pronto el enorme berserker que se escondía en él salió a flote y la atrapó entre sus brazos a lo que ella correspondió lanzándole más descargas—.

—Suéltame sucio animal, —Forcejeó, pero nada, la tumbó en la cama y se le fue encima, quería estar con ella, tocarla, hacerla suya, necesitaba tener ese contacto con ella, con su cáraid, le arrancó la ropa y paseó su lengua por su cuello, quería morderla, pasó su mano por el cuerpo de Scarlet abriéndole heridas, sus enormes garras eran un problema—.

—Déjame, me lastimas, —Se movió incómoda bajo su cuerpo y arrancó a llorar como una niña asustada—, te detesto, —Le abofeteó y el gruño—, eres despreciable y te aborrezco, puedes tener mi cuerpo, pero jamás tendrás mi corazón, —Sintió un nudo en su garganta al escuchar el rechazo de su cáraid, el animal en el que se había transformado en ese momento lo animaba a que continuara sin importar nada, pero su parte humana le advertía del grave error que estaba cometiendo, un infierno de indecisiones lo atormentaban y él hacía hasta lo imposible por no terminar con lo que había empezado, no quería repetir la acción tan sucia y mezquina que había tenido la primera vez con ella—.

La miró a los ojos lleno de arrepentimiento y de dolor, miró las heridas que le había hecho y aulló como un animal herido, hundiendo su rostro en el pecho de ella, para luego pasear su lengua por los finos cortes que sus garras habían dejado en su piel, lamió las heridas hasta que estas cicatrizaron y la cubrió para luego huir de ahí.

Entre El Amor  Y El Odio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora