Capítulo 19: El Paseo.

58 4 0
                                    

-¡Debiste decirme que esto pesaba!-gritaba Ray.

Muzania reía estruendoso. Llevaban cajas y cajas de rosas rojas al barco pequeño...inundaban el agua de alrededor suyo con rosas.

El chico rubio y con tatuajes en sus brazos, había regresado después de pelearse con Briseida y Muzania. Volvió arrepentido y llorando. Fue detenido por el padre de la chica.

"-¡Guarda silencio, ni se te ocurra gritar, Briseida está dormida, y necesitamos que siga así para su sorpresa! ¡Así que deja de lloriquear y ayúdanos!"

Después, el chico comenzó a acarrear cosas, entre ellas iba su perdón. Si los ayudaba, tal vez Briseida lo perdonaría.

-No está tan pesado. Tienes que ayudarme con lo demás.

Ray resopló y continuó subiendo las cajas con rosas, que Muzania hizo aparecer, luego de entrar en la habitación de Briseida y descubrir que a la chica le encantaban las rosas.

Pues tenía llena la pared de dibujos de ellas, y una maceta con un rosal floreciendo.

Después de ello, emprendió su idea.
Briseida se había quedado dormida instantáneamente después de que Muzania le acariciara su cabeza.

Luego de terminar con los acarreos, se llegó el momento en que el sol estaba en su punto exacto. Muzania fue a despertar a la chica. Al verla dormida, y el sol acariciando su piel, lo primero que sintió fue un pellizco en su espalda, y seguido un cosquilleo que le recorría toda la columna vertebral, para así ponerle la carne de gallina.

Se acercó lentamente y al estar cerca de ella, le acarició su cabello.

-Despierta, Briseida...es hora de cenar.

La chica extendió sus brazos alrededor del cuello de Muzania. Y este la llevó a la planta baja, luego a la orilla del mar.

-Necesito que despiertes...quiero que veas esto...

Briseida poco a poco abrió sus ojos, y miró alrededor.

-Oh Muzania...

Toda la pequeña costa estaba rodeada de flores, montones y montones de rosas rojas y de una tonalidad rosa. Con el mar, el atardecer y el brillo de estos dos, parecía un Edén.

-Ven, vayamos a ese lugar.

-¿A dónde...?- Briseida observó un gran barco blanco con letras azules.

Fue una fortuna que el señor Williams obtuviera el barco en cinco horas. Haría todo por su pequeña hija.

El ángel la llevó a ese barco. Dónde Briseida apreció también que dentro había un camino de pétalos de rosas rojas. Velas y más rosas.

Caminó por todo el piso cubierto y fue a dar a una habitación donde estaban sus padres y Raymond. La chica no hizo caso de Ray, se fue directo a sus padres sonriendo.

-Te amamos demasiado, pequeña. Y todo lo que hacemos, es por tu bien.- mencionaba su padre.

-Pero ahora, sólo queremos tu felicidad. Mereces vivir. Y nosotros debemos soltarte.- su madre le acarició su cabello.

Muzania observó desde el marco de la puerta la escena. Y repentinamente pensó en sus padres...un pequeño pellizquito se hizo presente, y sus ojos se le llenaron de lágrimas.

Después de que Briseida abrazarla a sus padres, vio a Ray y le golpeó el hombro, juguetona. Luego se fue corriendo hasta los brazos de Muzania.

Al verse reflejada en sus ojos, solo pudo sonreírle verdaderamente feliz. Después, unió su boca de nuevo a la del chico. Como había hecho hace poco en el mar del amor.

El Favorito de Dios: Muzania. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora