Me quede perplejo ante lo que había dicho, ¿Enserio había dicho eso?, sentí mi pecho doler y mi lobo aullar queriendo salir, deje lo que estaba haciendo a un lado volteando a mirarlo, veía una mezcla de sentimientos en sus ojos que me hacían dudar tanto, dolor en sus palabras y melancolía en sus ojos con un toque de felicidad que de seguro era por mis hijos.
—Bien, me quedaré con mi alfa.
Hablé enojado acercándome a él notando como no se movía en ningún momento, como si estuviera listo y aceptando cualquier estupidez que saliera de mi boca, lo agarre de la nuca estampando mis labios contra los suyos sintiendo a mi lobo aullar de felicidad por la cercanía, cuanto extrañaba sus labios, tan suaves y adictivos, no tardó en nada en seguir aquel feroz beso llevando sus manos a mi cintura y aprisionándome contra él.
Hace tanto tiempo no era tocado así, de esa forma tan obsena, me subió a la mesa de la cocina arrebatándome la camisa y los pantalones dejándome totalmente expuesto a él, no me avergonzaba, no me cohibía, él era el único que me habría visto de esa forma, tan entregado para él.
—Tae...
Mi lubricante natural escurría de mi entrada, deseoso por volver a sentirlo, sus besos recorrían mi cuello, mi pecho, quería que llegara a más, que volviera a decir mi nombre con ese deseo, lo quería ya.
—Tae...
Sentía su duro miembro presionarle los pantalones mientras me movía en círculos queriendo más contacto, busqué sus labios mordisqueándolos a mi antojo y ¡Joder!, se sentía como el puto cielo volver a tenerle, no quería parar, no podía, cerré los ojos un momento sintiendo como volvía a besar mi cuello, se sentía como la gloria.
—¡Taehyung!
Parpadeé asustado volviendo mi vista a donde me encontraba, tenía la ropa puesta, el seguía en mi enfrente mirándome confundido, ¿Qué carajos?.
—¿Es normal que siempre te quedes mirando a la nada?
—Y-Yo
Un sueño, un maldito sueño despierto, ¿Por qué me pasaba esto?, me había perdido horriblemente en aquellos ojos recordando cuan lujuriosos se ponían cuanto lo besaba con pasión.
En aquellos labios que me susurraban promesas de amor y palabras obsenas, aún lo amaba, aún lo extrañaba, ya no lo podía negar, mis niños bajaron corriendo ya cambiado y perfumados peleándose por quien subía a sus brazos.
Me llenaba de nostalgia aquella imagen, ellos no lo negaban, ellos sabían quien era su padre y no podía quitárselos aún si quería llevármelos y desaparecer de su vida porque no, la herida seguía, a pesar de los años esa cicatriz no se borraba y nada me aseguraba que no volvería a pasar.
—Los llevaré a cenar, los traeré temprano.
Me miro sonriendo, esa sonrisa, esa maldita sonrisa donde se le remarcaban los hoyuelos que lo haciendo ver adorable, ambos estaban subidos en cada brazo de él, abrazando y soltando risitas, tan tiernos, de su chaqueta saco un papel dejándolo en la mesa con cuidado de no hacerlos caer.
—Si necesitas llámame , adiós.
Frialdad, mi pecho dolía al escucharlo hablar de esa manera, sabía que nuestra relación sería así, tan solo como el padre de sus hijos pero ya no más como su pareja, no me quejaba, me importaba más el bienestar y felicidad de mis hijos pero por un momento deseé que no fuera así.
Desee que los cuatro fuéramos una familia, donde él llegaba de trabajar y me besaba con aquella calidez, que jugará con los niños hasta que la cena estuviera hecha, cuanto había soñado con aquella imagen pero solo eso era....un sueño.