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Antes de que digan "Uyyy, no tiene vida", pues sí, es verdad, y tengo tiempo libre, así que entren le al mame tóxico

XD
















—¿Porqué Nakiri Erina?—

Las manecillas del reloj sonaban, el silencio era tan crudo que parecía eterno.

El pelirrojo no responde, se balancea sobre su silla, dice cosas ininteligibles. El oficial retrocede un poco ante la actitud desconcertante de su criminal, lleva sus manos hasta el revolver que guarda fielmente en su funda, esperando pacientemente a que no haga una locura.

Soma se detiene, mira de nuevo al oficial frente a él, sonríe cálidamente como si su locura fuera un arma voraz que mata con solo ver. Sus ojos proyectan cierta confusión.

No, ¿Qué pregunta era esa?, él no puede...estar enamorado...no de alguien que nunca fue suya.

—¿Sabes?— se dignó hablar, seguía meciéndose un poco sobre la silla —Eso es lo que yo me preguntaba todos los días—

—...—

—Recuerdo la primera vez que la vi— susurró como si algo en él se estuviera calentando —Se miraba realmente preciosa— hizo el depravado gesto de lamerse los labios —Yo vivía en los suburbios, apenas tenía para mantenerme con vida sobre este mundo de mierda...—

—¿Enserio?, ¿Vas hacer una retrospectiva de tu vida?— el oficial apoyó su cabeza en una de sus manos, en la típica pose de que no le importaba una mierda lo que el tipo frente a él tuviera que decir.

—¡Oh, vamos!, oficial, esto es algo que hasta podría gustarte— se inclinó un poco sobre la mesa y le guiñó un ojo, que maldito —A puesto a que quieres saber todo el chisme, no lo niegues, no tiene sentido—

—Supongo que no tengo otra opción—

—Eso creí— dijo satisfecho ante la sumisión del oficial.

—Como te decía— prosiguió —Ella era completamente ajena a mí, personas como ella jamás colisionarían conmigo—

—¿Y entonces?— dijo el oficial intentando parecer interesado.

—Ella me sonrió— agachó la cabeza, se sacudió un poco mordiendo su labio casi como si le pareciera gracioso —Fue su voluntad propia, llamándome—

—Explícate—

—Como lo dije, típica historia, niña de clase alta y chico de los suburbios— aunque tenía esa actitud de payaso, no parecía estar lejos de la realidad, en el sentido que al menos estaba consciente de su posición en el mundo —Fue la primera vez que estuve en un barrio de gente adinerada. Estaba en un trabajo temporal, era un maldito repartidor. Tenía un encargo que era un fastidio, no sabía cuál era el puto destinatario, era nuevo por ahí...— dio una carcajada inocente.

Soe solo se limitó a mirar.

—Bien, me detuve cerca de una cafetería, con la idea de pedir direcciones— aclaró su garganta ante la idea de que sentía como el aire le faltaba —Y ahí estaba. Sentada, con sus perfectas piernas cruzadas, leyendo un libro del cual jamás había escuchado, tenía una taza de café al lado, seguramente su lectura era tan buena que no le había dado tiempo de tomar un sorbo de su café, a diferencia de los otros clientes en el lugar, su taza no parecía humear de calor...—

—¿Enserio?, ¿Tienes que describir todo eso?—

—Oficial, aquí el monstruo eres tú, te estoy contando la mejor parte de mi vida y parece que te vale un sorbete— miró sus acciones entre dientes y estaba más que feliz de ver al oficial furioso con él —¿Puedo seguir?—

—Por favor— le hizo un ademán con su mano en rendición.

—Me pareció bellísima, jamás había visto un cabello de su tipo. ¡Dios!, debiste verla, si tuvieses una idea, entonces tú entenderías el por qué hice lo que hice. Mujeres como ella aparecen una vez cada siglo, te lo juro—

Se comportaba como si fuera un pequeño niño ilusionado. Casi se le escapaba una sonrisa al oficial, de verdad, había olvidado por completo la situación, casi parecía como si eran amigos compartiendo relatos de sus vidas.

Y como para hacerle conciencia, el oficial no pudo quedarse callado —Eso no es justificación para tus actos—

—Mmmmm, estoy seguro que lo vale— dijo simple.

—¿Vas a seguir?—

—Oh, cierto, cierto, ¿En dónde estaba?—

—Estabas diciendo cosas pervertidas—

—¡Me ofendes oficial!— se exaltó sobre la silla —Te lo dejaré pasar ya que somos amigos—

Soe suspiró resignado, no había caso llevarle la contraria. Por dentro moría de ganas de hacerlo callar con unos buenos golpes en la cara, pero un punto al favor del "criminal" era que se ha portado "decentemente" en el interrogatorio, por ahora.

—Entonces me acerqué— el oficial podía ver lo risueño que se miraba el pelirrojo en ese momento —Como el completo imbécil que soy, ya sea por mis ansias, terminé por acercarme muy rápido a ella y dejar caer su café— estaba sacudiéndose de nuevo como si eso le diera una profunda pena —Ella no se enfadó conmigo, me miró, me sonrió y me dijo "No importa, está bien". Jamás había visto unos ojos tan hermosos, violáceos y llenos de vida, sentía que podían atraparme eternamente, sin escapatoria. Cada rasgo de ella parecía fuera de este mundo, mi concepto de perfección adquirió un nuevo significado. Me disculpe demasiadas veces con ella, ¿Cuánto?, creo que unas diez veces, pero seguía sin importarle—

—Suena como una persona muy tierna—

—Oh, ni que lo digas— secundó orgulloso —Pero solo fue eso, sentí las diferencias entre ella y yo, que no tenía derecho a estar a su lado...—

—Eso no fue lo que pasó, ¿cierto?—

—Entonces no tendría sentido qué me estuviera interrogando ahora, ¿No lo cree?— ladeo la cabeza a un lado para hacerle consciente de la estúpida pregunta.

—...—

—Me aleje de ella, es verdad— volvió a ver la lámpara de la habitación, no había muchos puntos que ver —Pero solo fue por un momento, mientras intentaba pensar cómo acercarme, de la forma correcta—

—Al grano, me estoy desesperando—

—Soy lo más interesante que te ha pasado en la vida— el pelirrojo le reprochó —Esto podría elevar tu carrera, así que guarde silencio, ¿No le enseñaron modales?—

—Soma—

—¿Sí?—

—Sigue—

—Entonces le escribí cartas— dijo con una sonrisa.

—¿Cartas?—

—Tantas como fueran posible, quería que sintiera algo con mis palabras— volvió agachar su vista —Aún recuerdo la primera carta—

"No sabía como dirigirme a ti, suelo ser alguien impulsivo, pero por alguna extraña razón que aún desconozco simplemente no tengo el valor para estar a tu lado, de preguntarte tu nombre, que estoy seguro es precioso al igual que tú.

¿Cómo puede un ser tan simple como yo acercarse a una princesa como tú?

Dime, ¿Te gustan las cartas?

Bueno, lo cierto es que no tenía ni idea de como hablarte. Aunque me gustan este tipo de cosas, los detalles así deben alegrar el alma.

Quería regalarte flores, pero me parece injusticia cortarlas, las prefiero vivas antes que muertas, así pueden alegrar por mucho más tiempo a quienes las aprecian, justo como tú, tu existencia misma ya es ganancia para mí.

Niña de ojos violetas

FilofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora