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Shhhhhhhh...

No diré nada, solo disfruten.






















El intentar fracturar sus brazos la noche anterior hizo estribos en sus nervios. Miró la sala completamente blanca y luego dirigió su mirada a sus piernas atadas y brazos apresados.

Le dolía inmensamente la cabeza y le dominaba un invencible deseo por hacerse daño. Pero ya no era posible, su "bienestar" se hizo más estricto y la habitación era a prueba de él.

—No me digas que esto es todo ¿Cierto? Pobrecillo—

Y de nuevo, la voz en su cabeza habló, claro está, de una corazonada sin sentido.

Nada le gustaba más que evadir sus pensamientos, que siempre lo llevaban a cosas que odiaba y le emocionaban sin razón. Tendría que ignorar, mantener su mente serena mientras el único pensamiento suicida que golpea su mente es el de acabar de una vez por todas con lo que había comenzado.

—No lo ignores más tiempo, Soma—

La sorna en su voz era jocosa y lo que le asqueaba todavía más era saber lo calmado y sereno que lo hacía sentir.

—¿A qué sabe el amor?—

Mas ¿Cuándo había pedido una segunda opinión? No, ignorar, ignorar esa basura. El amor es basura, inexistente y si no existe, entonces tampoco Erina existe.

—¿Cuándo se supone que volverá la niña de ojos violetas?—

No dijo nada, Soma no le daría el gusto de escucharlo decir una esperanza vanal.

—¿Lo recuerdas? ¿A qué sabe ella?—

Soma golpeó ligeramente la cabeza contra la pared en la esquina donde estaba postrado sin emitir ruido a causa de ese empalme de algodón que amortiguaba todo dolor.

—¿Acaso sabe a café, con canela, leche y sin azúcar?—

De nuevo, no, para, por favor para.

—Ella era un sol. Era tan cálida que podías sentir todo, casi te desvaneces ante la idea ¿Recuerdas sus ojos contra los rayos solares que se filtran por su iris creando una hermosa combinación de joyas y dorado? ¿Cómo crees olvidar un espectáculo de tal magnitud? No podrás escapar de su voz y su violento despertar, de como con cada pestañeo derrumbaba tu universo...—

—¿Erina?— interrogó Soma mientras abría sus ojos con la visión descrita en aquellas palabras —Ella era...—

—Todo eso y más...— concluyó la voz al enunciado de su captor.

FilofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora