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Aquí viene...

Por siempre suyo...un pequeño Kaos.

















Sabía que estaba mal ¡Por una mierda que lo estaba! Era sucio e inmundo, se sentía el ser más depravado y pecaminoso de todos. Y aun sabiendo eso...no se detuvo.

Su respiración chocaba contra el cristal de la ventana de su auto, mientras el pegaba su cabeza un par de veces intentando mantener el control. Un jadeo se escapó de sus labios cuando sintió que los movimientos de su mano eran más rápidos y tortuosos. Joder, algo andaba mal, pero estaba satisfecho con eso.

Sacó su bien más preciado, ahí, oculto en a la vista de todos, aguardando secretamente en uno de los bolsillos de su saco, aquellas preciosas bragas que había robado. Se permitió embriagarse en la fragancia de aquella diminuta prenda y aspiró tan fuerte como si quisiera hacer que su nariz se ahogase con la misma.

Pensó en ella...

Sí.

La niña de ojos violetas.

Imágenes indecorosas comenzaron a saturar su mente, mordió su labio inferior y se permitió acariciar su miembro con aquellas bragas que ya no servían de consuelo para sus noches de desvelo. Algo andaba mal, y todo era culpa de ella, culpa de Nakiri Erina. La quería para él, ya no sabía cuánto más resistiría.

Claro que no estaba orgulloso de sus métodos para calmar su sed de ella, y siendo honesto, ya no era suficiente. Todo el tiempo pensaba en la niña de ojos violeta, incluso llegó a considerarse enfermo, su estado mental y la exacerbada degradación de su mente le hacía creer que había tocado fondo. Ya no podía salir de ese abismo.

Sin darse cuenta, sintió un líquido escurrir y bañar su mano en una clara evidencia de que había perdido de nuevo ante su deseo. ¿Cómo podía controlar aquello? ¿Qué debería hacer? Claramente no quería una solución para dejar de pensar en ella, muy por el contrario, quería una buena solución para tenerla solo para él.

Sintió como su teléfono vibraba de forma descontrolada y se maldijo a los cuatro vientos al idiota que había osado a sacarlo de su transe. Tomó el teléfono y en un claro tono de enfado dijo:

—Aquí Soe ¿Qué se te ofrece?

Hizo un breve intercambio de palabras con uno de sus colegas, algo concerniente al caso de Soma y sobre ciertas irregularidades. Soe resopló furioso, las irregularidades con su prisionero eran el pan de cada día, ya ni siquiera se hacía el sorprendido.

Una vez que cortó la llamada, suspiró cansado. Soe acomodó su corbata, arregló sus pantalones y se aseguró que su pequeño momento de liberación no se viera evidenciado. Lo que menos quería era que algún idiota compañero creyera que se había meado encima o que alguien más a fin a la perversión le tomara con la guardia baja.

Salió de su auto y una vez que había caminado algunos miserables pasos, se preguntó si el karma tenía algo con él, pues no se imaginó que terminaría topándose con la causante de su pequeño desliz.

—Oficial Soe— dijo ella.

Por Dios, Nakiri Erina era muy bella, incluso ese comentario se le quedaba corto.

—Que sorpresa verla por aquí— Soe intentó disimular una sonrisa. El rostro del oficial estaba apretado y Erina lo percibía perfectamente.

—Quisiera decir lo mismo, pero me temo que no es el caso— Erina alzó una ceja, curiosa —Con esas ojeras, el claro decaimiento de su persona y la dureza de su rostro he tenido que parpadear más de la cuenta intentando adivinar si era usted.

FilofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora