Deseo # 1

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No podría dejar de admirar a Emilio Osorio aunque lo intentara. Es que para mí es más que perfecto. Cuando salió del baño con tan sólo una toalla amarrada a su cintura, tuve que controlar mi baba. Se vistió enfrente de mí sin pudor. No era la primera vez que lo veía sin ropa, pero sí la primera donde me atrevía a hacerlo sin ningún disimulo. Él no dijo nada, sólo se vistió ignorando mi presencia. De nuevo. Luego salió a saludar a mi mamá y a desayunar. Ella lo regañó por su comportamiento irresponsable de anoche, pero no fue un regaño ni tan duro ni tan largo. Tuve que prestarle unos lentes de sol para tapar sus ojeras y disimular un poco la cara de cruda que tiene.

En el trayecto llamó por su maleta y uno de los empleados de su casa la llevó al aeropuerto. Pude ver que al señor Osorio le extrañó eso, pero no hizo ningún comentario al respecto. Por fortuna, el vuelo salió puntual y a las ocho y media ya estábamos viajando. Yo iba sentado al lado de mi madre y Emilio al lado de uno de sus amigos que también trabajaba con nosotros. El morenito al que todo el mundo llamaba "Textos".
Pensé que él me diría algo, o qué al menos me mandaría un mensaje, pero no fue así. Volvió actuar como si yo no existiera y para rematar, tuve que aguantar las curiosas preguntas de mi madre acerca de cuándo Emilio y yo nos habíamos vuelto hablar. Ella sabía que había pasado algo entre nosotros que nos había distanciado, por eso le sorprendía el hecho de que de la noche a la mañana nos volviéramos hablar y hasta dormir en la misma cama.

Yo también estaba sorprendido, mamá.

Llegamos alrededor del mediodía a Huatulco y ya nos estaba esperando la camioneta del hotel para llevarnos. Me apresuré a coger puesto al lado de Emilio y lo logré, pero él no me dirigió una sola palabra y yo no me atreví hacerlo. Cuando llegamos al hotel, nos anotamos y nos dieron las llaves de nuestras respectivas habitaciones. Emilio la compartiría con su amigo y yo con mi madre. 
No empezábamos a grabar sino hasta mañana, porque antes tenían que llegar otros actores y demás indumentaria, así que nos dieron el resto del día libre.

Mi mamá rápidamente me jaló hacia un restaurante cerca de la playa donde comimos mariscos y luego nos pasamos por una tienda de recuerditos. Después de que ella comprara un millón de chucherías y regalos para toda la familia, fuimos hasta un fruta bar que también quedaba cerca de la playa. Me permitió tomarme dos cócteles de frutas que me supieron al paraíso.
La tarde se nos fue en menos de lo pensado y nosotros ya estábamos volviendo al hotel para ducharnos e ir a la cena con los demás. Por el grupo de WhatsApp me enteré que todos ya habían llegado y que íbamos a cenar en el salón de eventos del hotel, debíamos llevar algo semiformal.

Esperé que Emilio me mandara por lo menos un mensaje, pero nunca lo hizo. Me sentía tan estúpido por haber permitido todo lo que pasó la noche anterior y me reprendía por ser un iluso. Emilio estaba tomado, no estaba hablando enserio. En realidad, a un tipo como él jamás le podría llegar a gustar alguien como yo. Pero no quería darme por vencido todavía. Había pasado algo entre nosotros y aquello no se podía borrar. Decidí alindarme esa noche de más. Me puse un jean pegado con una camiseta manga larga azul que me hacía ver muy elegante y un moño que combinaba perfectamente con el outfit. Peiné muy bien mi cabello y después me puse una puntita de hidratante para labios que me daba un bonito color y brillo. Coloqué varias pulseras de oro y plata en mis muñecas y finalmente, me rocié bastante perfume. Antes de salir me vi como diez veces en el espejo. Tenía que lucir hermoso, impecable y provocativo. Si lo único que Emilio sentía por mí era deseo, esta noche lo iba volver loco. Me desearía como nunca.

Cuando estuve a punto de salir de la habitación, se me ocurrió una idea mejor.

-Ay, Joaquín. No me digas que otra vez te vas a cambiar-se quejó mi mamá-Siempre me haces lo mismo-soltó su bolso y se sentó en la cama enfurruñada para esperarme.