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Advertencia: Escenas fuertes. Leer bajo tu responsabilidad y con música relajante. Sino te crees capaz de avanzar, deja la lectura. Se pide discreción:)

Lean la nota al final. Es importante.

Emilio aparcó frente al garaje de su casa. Me dedicó una mirada rápida antes de salir del auto y abrirme la puerta como lo haría un honorable caballero de época medieval. Rodé los ojos y caminé hacia el interior de la mansión en la que vivía. El silencio era pesado, tenso y con matices sensuales que daban escalofríos de sólo pensarlo.

Carajo... ¿Siempre iba ser así? Esta atracción tan enfermiza siempre iba estar ahí.

-Sube a mi habitación-lo oí decir.

Me giré de inmediato.

-No-salió de mis labios.

Jamás volvería a pisar ese lugar. No lo soportaría, no podría lidiar con los espantosos recuerdos de esa noche que se repetían una y otra vez en mi mente. Él lo entendió y peinando su cabello con una mano, asintió con una expresión de cruda incomodidad.

No te gusta recordar lo que hiciste. ¿Verdad, Mailo? La culpa no te deja vivir en paz.

-¿Te parece el cuarto de mi hermana?-asentí-Perfecto, vamos.

Intentó tomar mi mano, pero no se lo permití. Me miró confundido y yo alcé la barbilla para darle a entender que aún no había perdonado su asqueroso acto de acostarse con otra tipa.

-Correcto, Joaco-sus ojos se oscurecieron-Como quieras... -comenzó a avanzar lentamente hacia mí.

Maldita sea. ¿Por qué? Aquí vamos otra vez.

-¡Alto!-saqué el cuchillo-No te trajiste la pistola. ¿Verdad?-batí las pestañas-Yo sí tengo mi arma. No te me acerques más de lo que te permito. No quiero cortarte la garganta. No ahora, por lo menos.

-Wow-abrió la boca evidentemente sorprendido-Tu mano se mantiene firme. Tu pulso ya no tiembla al agarrar el cuchillo. ¿Qué te ha pasado en todo ese tiempo que estuvimos separados, Joaco? Pareces otro.

-Soy otro-me encogí de hombros-Estoy muerto, soy un demonio.

-O quizás te volviste loco.

-Puede ser-pensé-Nadie sano se mantendría cuerdo después de todo lo que hemos vivido juntos.

-Supongo que eso quiere decir que estamos enfermos, dementes, poseídos por el demonio-rio escandalosamente-Me encanta tener este tipo de charlas contigo después de tanto tiempo cariño, pero déjame recordarte tu mal olor-arrugó la nariz-Debes darte un baño cuánto antes. Después de eso, cogeremos como animales para reponer el tiempo perdido.

-Tú estás loco si crees que vas a penetrarme luego de haberte cogido a esa puta. ¡Ahora mismo siento más repulsión yo por ti que tú por mi falta de aseo!

-¿Pero qué dices?-surcó su ceño- ¿Acaso no habíamos quedado ya en que sí estábamos locos? ¿De qué te sorprendes?-levantó una ceja.

-No vas a cogerme-sentencié.

-No te pedí tu opinión- se cruzó de brazos. Sus ojos ennegrecidos batallando con los míos.

-Entonces volverás a violarme-temblé inconscientemente.

-No en este momento-simuló una arcada-Dios, hueles horrible. ¡Déjame bañarte ya!

Se acercó hasta plantarse justo frente a mí, tomó las solapas de mi chamarra en sus manos y trató de quitármela. Sonreí antes de hacerle un pequeño corte en sus manos.

Deseo # 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora