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Aplasté mi cuerpo contra el de él, dejándome envolver por su delicioso calor corporal y su varonil aroma. Dios, cuánto lo había extrañado. Sabía que en algún momento él vendría por mí, que me buscaría, que no me dejaría, que no me abandonaría. Confiaba en él tanto como confiaba en su increíble capacidad para hacerme daño.

¿Suena raro?

Emilio me acunó en sus brazos, pegó sus labios a mi frente y sentí su rostro empapado. Estaba llorando. Él también me había extrañado. Nuestro abrazo duró poco, ya que de inmediato fui arrancado de su lado por mi madre.

-¡Aléjate de él!-gruñó como una leona-¡No lo toques desgraciado!

-Elizabeth, hija cálmate-me sorprendió ver que mi abuela había vuelto a la casa. ¿Cuándo le habían dado el alta? ¿Esta mañana?-Mejor hay que llamar a la policía.

-Sí, eso mismo voy a hacer-Elizabeth comenzó a marcar números en su teléfono.

- No te atrevas-siseé arrancándole el celular.

-¡Joaquín!

-¡Basta Elizabeth! ¡No vas a llamar a nadie!-grité-¡No voy a permitir que lo metas en problemas!-la miré con odio.

-¡Este tipo abusó de ti!-bramó furiosa-Te convirtió en esto que eres. ¡Es un maldito psicópata!

-En ese caso, ambos lo somos-tomé una larga bocanada de aire y me crucé de brazos delante.

Elizabeth ignoró mi comentario y se concentró en mirar con odio a Emilio.

-¡Maldito bastardo!-gruñó con los dientes apretados-¡Yo confíe en ti, te confíe a mi hijo! ¿Cómo pudiste dañarlo? ¿Cómo pudiste hacerle esto, Emilio? ¿Cómo pudiste ser tan cerdo?-se acercó decidida y con rabia contenida hasta plantarse justo frente a él. Ella era mucho más baja, por lo su rostro quedaba a la altura de su pecho-Yo siempre estuve para ti, quise ser un apoyo para ti, quise ocupar el lugar de tu madre en todas las presentaciones y conciertos-entrecerró sus ojos, mostrándose decepcionada de él y de mí- Me preocupaba por ti, te preguntaba por tu día, te llevaba la maldita comida-sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas-Pensé que al menos me considerabas.

Después de mucho tiempo, volví a ver algo similar a la vergüenza teñida en su rostro.

-Eli, yo...-comenzó.

-¡Cállate!-lo cortó furiosa-¡Sólo cállate! Esto es mi culpa. No debí confiar en ti...-cubrió su boca-Yo no debí dejarme llevar por el aprecio que sentía por ti-exclamó exasperada-¡Yo vi las malditas señales y no hice nada! ¡Vi como lo tratabas, como lo manipulabas y maltratabas, pero no hice nada! ¡No quería creerlo! ¡Me rehusaba!-explotó en un mar de lágrimas- Constantemente me repetía que tú no serías capaz de eso y que mi hijo tampoco te lo permitiría-se abrazó a sí misma- Me equivoqué, yo me equivoqué-pasó sus uñas por su cara-Soy la peor madre del mundo-susurró quedada.

-Hija ven, ya basta-mi abuela trató de consolarla.

Me gustaría decir que su sentido de culpabilidad me hizo reflexionar, pero la verdad es que estaba en total de acuerdo con ella.

Elizabeth actuó mal. No me protegió cuando debía, no me cuidó y me permitió hacer lo que me apetecía. Tal vez si ella hubiera interferido, si hubiera sido más firme, si me hubiera obligado a dejar a Emilio, las cosas hubieran sido muy diferentes. Tal vez él no me hubiera violado y tal vez yo ahora no estaría tan jodido. Tal vez no tendría ésta loca dependencia emocional hacia Emilio.

Tal vez seguiría vivo.

-Sólo vine por lo que es mío-el tono de voz autoritario de Emilio nos dejó atónitos. Lo miré fijamente y me di cuenta que sus pupilas se ennegrecieron. Todo rastro de vergüenza y arrepentimiento antes vistos desaparecieron-Vámonos, Joaquín-intentó agarrar mi mano.

Deseo # 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora