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Ruidos. Pasos. Voces.

Susurros. Reclamos. Gritos.

Pesadez. Sueño. Dolor.

Agudicé el oído para tratar de escuchar mejor. ¿Dónde estoy? ¿Por qué no puedo abrir los ojos? ¿Por qué me siento tan pesado? El cuerpo me duele tanto.

-¿Qué le hiciste, Emilio? -Esa voz... Emmanuel, Textos- Prometo ayudarte, pero debes decirme la verdad. Sólo así podré protegerte.

-Lo dañé-sollozó él. Su voz partiéndose en fragmentos, lleno de dolor- La cagué, la cagué terriblemente con él. Le hice algo horrible-sonó su nariz. ¿Acaso lloraba? ¿Por qué?

Entonces, recordé.

-¿Le hiciste lo que creo?

Silencio.

-Sí, Textos. Lo violé. Maldita sea, lo violé.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Los recuerdos azotaron mi memoria y me arrebataron la tranquilidad. Él, realmente él... Lo hizo. No puede ser. Maldito seas, Emilio.

Tengo que salir de aquí. Tengo que huir. Quiero ir con mi mamá, con mi abuela y con mi hermana. Sólo Dios sabe lo que estos dos planean hacer conmigo. Me hago el dormido unos minutos más y escucho toda su conversación. A Emilio se lo escucha mal, destrozado, arrepentido... ¿De qué me sirve eso? El daño ya está hecho. Jamás podré perdonártelo, Emilio. Te odio, te detesto, te aborrezco.

El colchón se hunde a mi lado. No, no. Emilio ahora me está acariciando. Abro los ojos y me aparto. Estoy temblando.

-Aléjate-supliqué-Aléjate de mí.

Me senté en la cama, abrazando mis rodillas y temblando como una pasa mojada.

-Joaco, yo...-su mirada arrepentida no me convencía-Perdóname, por favor.

-Déjame ir. Me quiero ir a casa.

-Joaquín...- intentó tocarme.

-¡No!-grité y me levanté rápidamente de la cama.

Él dejó caer su mano al costado y en ese momento mis rodillas cedieron. Caí de nuevo al suelo. No puedo. Maldita sea, no puedo. Estoy demasiado adolorido. ¿Cómo se supone que huya de aquí sino puedo mantenerme erguido? No puede ser. Estoy a su merced. Otra vez. Mamá, ven...

-No voy a lastimarte-susurró pausadamente. Su voz irritante, como si yo fuera un cachorro asustado al cual él va rescatar.

No, Emilio. Si yo soy un cachorro, soy uno maltratado y violado por tu mano. Cierro los ojos. Necesito pensar con claridad.

-¿Estás feliz?-pregunto con rabia y lágrimas en los ojos-Ya tomaste todo de mí. Me robaste el alma. Ahora déjame ir.

No dijo nada por varios segundos. Respiré entrecortado.

-Por favor, déjame ir. Sólo quiero llegar a casa. ¿O es que me piensas matar?

Él retrocedió, asqueado.

-¿Me crees capaz de tanto?-tuvo el descaro de parecer indignado.

-¡Me violaste!-sollocé con rabia-Me destruiste. Me arrebataste el alma.  Me mataste en vida.

Una emoción dolorida pasó por sus ojos.

-No sé lo que me pasó. Perdón. No era yo.

-¿Te arrepientes?-pregunté.

-¡Pero claro! Jamás volveré a lastimarte. Perdóname.

-Pruébalo-grazné.

-Claro, dime cómo. Lo que sea que quieras que haga, lo haré. Te lo prometo.

Deseo # 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora