Deseo # 1

Epílogo.

Blanco. Todo es blanco. Floto.

Sueño. Tengo mucho sueño. Duermo.

Frío. Hace mucho frío. Tiemblo.

Siento los párpados pesados, como pegados a mis pestañas. Intento abrir los ojos, pero no puedo hacerlo. Una mano suave y delicada se posa en mi rostro. Acaricia mis pómulos y mi frente. Resigue mis rasgos faciales y eso extrañamente me calma. Su tacto es familiar y relajante. No tengo miedo. No le temo a la persona que me está acariciando en sueños. Su aroma es reconfortante, lo recuerdo de alguna parte. Escucho un sollozo, pero no distingo la palabra.

¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Y por qué me siento tan adormilado?

Es como si estuviera sedado.

Trato de mover los brazos o las piernas, pero no me responden. No puedo separar los labios, no puedo despertar de este sueño profundo. No puedo hablar o preguntar qué carajos está pasando.

¿Por qué me encuentro inmóvil? ¿He muerto? ¿Es así cómo se siente morir?

Oigo pasos, voces susurrando, discusiones.

Me desconecto un rato.

-¡Oh, Dios mío!-recupero la consciencia tras escuchar un pequeño gritito-Tú, tú eres muy parecida a ...-me quedo helado.

Esa es la voz de mi mamá.

-Lo sé, señora Gress-le contesta una mujer, cuya voz no reconozco. ¿Quién es?-Soy Adriana Castillo-contesta después de un rato-Hermana de Antonella.

¿Hermana? ¿Qué carajos? Antonella no tiene ninguna hermana. ¡Me lo habría dicho!

-Son como dos gotas de agua-murmurá mi mamá sorprendida- Es decir, yo no la conocí personalmente, pero parece que fueran ...

-¿Gemelas?-la interrumpió la maleducada esa-Lo somos, de hecho. Soy su hermana mayor por cinco minutos de diferencia.

Se produce un silencio.

-Lamento mucho tu pérdida.

¿De qué puta pérdida hablan?

-Gracias-responde ella tensa-¿Cómo está él?

¿Cuál él? Espero que no estén hablando de mí.

-El daño en su cadera y columna vertebral es grave, pero lo que más les preocupa a los doctores es el daño en su cerebro. Sigue inflamado, por eso tuvieron que inducirlo a un coma forzado.

-Ya veo-la tipa simuló meditarlo-Aún así es un milagro que haya sobrevivido a esa caída. Mi hermana no lo hizo-añadió después de un segundo en voz baja.

¿Qué? ¿Se refiere a Antonella? No, eso es imposible. Antonella está viva. Yo lo sé. Mi corazón me lo dice. Esto tiene que ser una jodida pesadilla. Tengo que levantarme, tengo que despertar.

¡Maldita sea! ¡Abre los ojos de una puta vez, Joaquín! ¡Despierta! ¡Estás soñando! ¡Es una pesadilla!

-¿El golpe fue lo que la ...?-mi madre deja la pregunta sin completar.

- No, para nada-negó la supuesta hermana de Antonella-Según la autopsia ella murió de un paro cardíaco mientras caía. Fue fulminante. No sintió dolor alguno-suspiró- Debió saltar por puro instinto. Siempre fue una chica muy impulsiva y además, adoraba a su hijo.

- Lo sé-concordó Elizabeth-Jamás le podré agradecer todo lo que hizo por Joaquín. Ella estuvo para él cuando ni siquiera yo siendo su madre pude hacerlo. Era una buena chica, me contactó unos días antes de la tragedia. Me avisó que Joaquín volvería a México. Mi hija y yo fuimos al aeropuerto, esperando el vuelo en el que me había dicho que llegaría-su voz se quebró hasta convertirse en un pequeño susurro -Nunca lo hizo. No llegó.