Estoy muy conmocionada que aún cuando estoy sentada no digo nada. Ellos continúan hablando de algo a lo que no le presto la más mínima atención. Estoy muy ocupada teniendo mi ataque mental como para intervenir en lo que sea que dicen. Inuyasha se ha detenido algunas cinco veces a comprobar que estoy bien, o bueno, solo se asegura de que no enloquezco.
La pareja de modelos dignas de comerciales no hacen más que alabarnos, por Dios, ¿acaso no vieron que tenía intenciones de mocharle el pene pequeño a este imbécil? Tomo del vino en silencio, de hecho, no he emitido ningún sonido, cosa que al parecer ahora están notando.
La verdad es que no quiero hablar de nada ahora, solo quiero estar sola y reflexionar sobre lo que pasó hace un momento y el por qué aún Inuyasha no tiene una marca digna de mis puños. Él gira a mirarme y me regala una sonrisa rara que no hago esfuerzo en devolverle, él borra un poco la suya y como de lo que la chica sirve. No tengo apetito, pero si hambre. Así que como en silencio ignorando las miradas que me dedica esa cosa inútil que muchos llaman mi esposo.
Ya, enserio, necesito reflexionar.
Y lo que tengo que reflexionar es... ¡¿POR QUÉ DEMONIOS ME GUSTÓ QUE INUYASHA TOCARA Y MASAJEARA UN POCO MIS PECHOS?! Estoy muy confundida. Me gustó, casi suspiro de placer, mierda. No comprendo que fue lo que me pasó en ese pequeño momento, pero justo ahora mis pensamientos de reflexión se ven opacados por otros más candentes y en los que Inuyasha y yo sin ropa somos los protagonistas.
—Kagome, ¿trabajas?—giro hacia Satsuki y le sonrío.
—Si, pero estoy de vacaciones, trabajo en la compañía de mi padre—comento con tranquilidad.
—Oh, escuché que los padres de ustedes dos unieron sus compañías—dice sacando su teléfono y mostrándolo.
—Ahora creo que su matrimonio solo fue por conveniencia Inuyasha—este tipo ya me está hartando.
—No, Kagome y yo nos hemos gustado desde pequeños—se encoge de hombros restándole importancia. Yo solo sonrío fingiendo que no quiero matar al cavernicola de Inuyasha.
—¿Eso es verdad Kagome?—me pregunta Shippo.
Yo termino de masticar y luego tomo un poco de vino. Lo miro a los ojos con una sonrisa bonita, ya quiero dejar de fingir que somos el matrimonio feliz.
Me pregunto... ¿por qué sigues haciendo esto? Es claro que puedes irte cuando quieras. A menos que si te guste Inu...
Alejo esos pensamientos y miro a las personas frente a mi que esperan una respuesta.
—Es la verdad, nos hemos gustado desde pequeños—no dejo de sonreír para darle más toque a todo el asunto. Mi querido esposo se tensa por mi actitud.
Lamo mis labios y giro mi rostro hacia él. Inuyasha me atrapa con esos preciosos ojos dorados que porta, como odio que él sea capaz hipnotizarme de esta manera. Es como si el tiempo de pronto desapareciera mientras solo me enfoco en mirar como sus ojos adquieren más brillo. Es algo único que ver. Suelto suavemente la respiración por los labios y él moja sus labios. Trago en seco viendo como poco a poco me sonríe, maldito, su sonrisa es hermosa. Como odio que él sea tan guapo. Eso me deja en desventaja.
—¿Y no piensan tener hijos?—pregunta Satsuki y palidezco. Inuyasha igual.
—¡No!—gritamos los dos al mismo tiempo causando que la pareja se ría.
—Ya veo que ustedes si tienen una muy buena comunicación—dice Shippo sin dejar de reír.
—Solo creo que los hijos pueden esperar a un futuro muy, pero muy lejano—sonrío tensa, la cuestión de los niños siempre me pone así.
ESTÁS LEYENDO
Alocado Matrimonio
FanfictionKagome odia a Inuyasha ¿Por qué? Porque él la dejó por una española que en realidad no es española ya es que japonés. Una broma algo pesada es lo que desata que los padres de ambos adultos finjan perder ganancias y de esta manera inventar algo total...