Capítulo 37: Conversación

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Cuando encontramos a Sango ella habla sola o maldice en voz alta en el pasillo de segundo piso. Todas conocemos bien la mansión por el tiempo que pasamos aquí de niñas y adolescentes.

Sango se mantiene hablando sola sin detenerse a mirar que Inuyasha y yo solo la observamos como si estuviese loca, ella maldice y maldice y ¿ya mencioné que maldice? Eso es lo que hace hasta que me canso de escucharla y aclaro mi garganta haciéndole saber de nuestra presencia.

Sus mejillas se sonrojan al darse cuenta de que ambos la escuchamos y nos regala una sonrisa tímida digna de ella. Miroku es un idiota que no ve la hermosa mujer que se pierde por sus idioteces continuas. Sango tiene todo lo que él podría querer y más.

—¿Escucharon todo?—pregunta haciendo un lindo puchero que le da un aire delicado y dulce.

—Solo la parte en que maldecías—responde Inuyasha con una sonrisa.

—Ah, eso, yo no bueno en realidad si quería porque Miroku es un maldito idiota que no comprende que

Se detiene y nos sonríe, pasa las manos por su pelo y suspira. Parece un poco histérica, pero aun así se ve hermosa. Su larga cabellera marrón cae lisa sobre su espalda. Su cuerpo enfundando en un enterizo verde le da un toque fresco. Y esos labios que siempre han ganado miradas en un rosa pálido, sus ojos marrones solo brillan con intensidad y te preguntas ¿Cómo lo hace? Ella siempre tiende a verse tan hermosa de la manera más sencilla.

—Entendemos—es todo lo que digo y ella me sonríe.

—Yo volveré a la mesa, ya drené un poco mi enojo. Los espero—ella se adelanta y suspiro. Miro a Inuyasha quien tiene una sonrisa algo peligrosa en esos labios que amo besar.

—¿Qué tienes en mente para tener esa sonrisa?—pregunto curiosa y él sonríe encantado.

—Ven—entrelaza nuestros dedos y me hace caminar hasta la que era su habitación antes.

Al entrar todo sigue igual a como recordaba. Eso me recuerda que Inuyasha estuvo años fuera y luego rento un departamento para vivir mientras estaba aquí. Suele ser bastante independiente.

Yo tengo un departamento, pero cuando volví mis padres me raptaron hasta quedarme en casa. Eso también paso con mis hermanas.

—Aun no me dices que

Las palabras quedan en el aire cuando él estando detrás de mi besa mi cuello y cierra la puerta. Trago en seco viendo el rumbo que estamos tomando.

—Desde que volví solo quiero un momento a solas contigo Kag, cuando volví pensé en cosas dulces, pero luego de verte tan sensual esta mañana solo he pensado en follarte—me giro y le sonrío antes de acercarme a sus labios y rozarlos.

Los labios de Inuyasha recorren mi cuello lentamente. Siento su suave respiración tan cerca y el aroma de su perfume me enloquece. Cierro los ojos cuando reparte leves besos que solo causa que mis ganas de él incrementen. Sus manos suben repartiendo caricias por mis brazos lentamente, aunque ambos sabemos que esto debe ser rápido, él toma su tiempo para apreciarme y eso me gusta.

Él lame mi cuello y muerdo mis labios abriendo mis ojos y girándome hasta quedar frente a él. Le regalo una sonrisa discreta antes de unir nuestros labios en un beso desesperado. Mis manos entran inmediatamente en contacto con ese cabello de Inuyasha alborotándolo.

Inuyasha sujeta con una mano mi cintura y con la otra mi cuello. Profundiza nuestro beso que pasó de ser suave a uno salvaje en busca del otro. Mordisquea y lame mis labios con devoción y mi cuerpo tiembla ante el salvajismo y su desesperación. Rápidamente sus manos van a mis muslos y entiendo el mensaje por lo que enredo mis piernas en su cintura.

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