Capítulo 47: Un hogar juntos

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—¡No dejes que escapen!—mi grito es lo suficientemente alto como para que mamá salga a ver qué ocurre. Izayoi, que ya se enteró, solo ríe divertida sentada mientras Inuyasha y yo corremos tras dos hombres que tienen mucha resistencia física para su edad—joder—mascullo deteniéndome cuando mis pulmones me exigen que pare. Mi amado esposo continua corriendo detrás de mi padre y el suyo—¡Ya verás cuando te atrape Higurashi, arderas en las llamas del infierno!—mamá niega y sigue sacando aperitivos para sus invitados.

Retomo mi carrera detrás de papá. Inuyasha se detiene y veo como una gota de sudor le baja. Mierda ¿ya mencioné que estar casada con él tiene ventajas? Muerdo mis labios distrayéndome en ver lo bueno que esta este hombre, no lo negaré, me saque parte de un buen premio, lo quiero y está bueno. Que afortunada soy.

Tropiezo y jadeo cerrando los ojos. Adiós mis dientes cuando caiga, pero cuando siento el impacto no es doloroso. Abro los ojos y me veo sobre el estómago de Inuyasha que gruñe mirándome mal.

—Te he dicho que tengas cuidado Kagome—asiento incorporándome—¿te hiciste daño?—me reviso y noto todo en orden.

—No—él asiente.

—Malditos viejos, ¿Cómo tienen tanta energía?—pregunta irritado.

Miro a mi padre y el suyo que ahora nos hacen muecas y golpean sus traseros burlándose de nosotros. Gruño molesta, pero cuando los atrape no se burlarán tanto. Resulta que aparecimos de sorpresa un sábado por la mañana para venir a ver a mis padres. ¿Qué encontramos? A nuestros padres hablando del maldito programa para esposos siendo una falsa total hecha por ellos. ¿Eso es retorciendo y de locos? Obvio que lo es. Con razón me encontraba extraño que el chico del programa ya no se comunicara con nosotros como antes, es porque las cabecillas de todo estaban tomando café mientras se burlaban. Lo siguiente fue que ellos no vieron y huyeron como cobardes.

—No tengo idea, pero yo estoy agotada—confieso dejándome caer en el césped. Inuyasha me observa con una sonrisa antes de estar sobre mí y besarme—déjame, estoy muerta del calor—él acaricia mis labios.

—Qué bonita esposa tengo—siento que me sonrojo un poco y él ríe, aun no me acostumbro del todo a que Inuyasha me halague tan de repente.

—Quítate, me robas el aire—él me mira con picardía.

—¿Así de intenso como te lo robé anoche?—ruedo los ojos.

—Cállate—Inuyasha ríe y se aparta dejándome respirar bien.

—Mejor vamos a darnos un baño y los atrapamos cuando menos se lo esperen—asiento. Él se levanta y me ayuda a levantarme.

—¿No quieres llevarme a caballito? Estoy cansada—veo como rueda los ojos y se agacha. De inmediato subo a su espalda y la caminata a la casa comienza.

—Veo que ya se rindieron—dice mamá mientras se echa aire con un abanico de mano.

—Por ahora ellos ganaron una batalla, pero no la guerra—murmuro—iremos a darnos un baño—Izayoi sonríe.

—Como conozco a Inuyasha, en la habitación de Kagome te dejé algo de ropa—le dice a su hijo.

—Bajamos en un rato—digo agarrándome más fuerte de Perroyasha—vamos Inu, conquistemos esta casa—le digo y él comienza a reír mientras niega.

—De verdad que estás loca—no digo nada y cuando salimos de la vista de nuestras progenitoras sus manos suben a mi culo para agarrarlo con fuerza.

—Tus manos están muy curiosas—comento tratando de parecer normal y no como que no entiendo el mensaje de mi querido esposo.

Cuando llegamos a mi antigua habitación de inmediato me desnudo para caminar al baño. Entro sin esperar a Inuyasha para dejar que el agua caiga en mi cuerpo. Veo como la puerta corrediza se abre y mierda, enserio que Inuyasha ha sido bendecido con un buen cuerpo. Él toma la esponja y sin que le diga, comienza a limpiarme él.

Alocado Matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora