Capítulo 21: Te haré arder

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Esto es incómodo.

Bueno, incómodo fase uno no, esto es incómodo nivel; ¡MUY INCÓMODO! Cuándo Inuyasha me miró y me dijo lo de la habitación al estar toda caliente la idea me pareció muy buena, pero desde que estamos estancados en un tráfico y toda la emoción de follar se ha ido calmando la cruda realidad me está golpeando lento, pero maldita sea, muy fuerte.

Solo miro por la ventana analizando bien lo que se supone que voy hacer. Si bien no soporto al aborto fallido de Inuyasha, no puedo ignorar todo lo que pasa cuando nos besamos o simplemente nos miramos, esa chispa, esa pasión, esa emoción. Mierda, Inuyasha y yo simplemente no podemos ignorar que nos deseamos mucho.

Si bien la emoción de follar bajó, parece que al mis pensamientos dirigirse a lo sexual la emoción volvió. ¡Parezco una virgen hormonal! Trago en seco cuando siento la mano cálida de Inuyasha en mis piernas. Giro lentamente la mirada hacia su dirección tragando en seco. Es muy cálida y esa calidez sería increíble en...

Inuyasha me ve y sonríe arrogante, ese maldito cabrón. Me quedo quieta a ver qué demonios pretende, pero luego su mano sube y baja en mi muslo causando cosas locas en mi cuerpo. La sonrisa que lleva baja solo para convertirse en una muy sensual. Lamo mis labios y me dedico a mirarlo.

No lo detendré. No le temo a lo que sea que vaya hacer, así que cuando su mano se pierde bajo el vestido solo me trago el suspiro que quiere escapar de mi. Inuyasha no aparta la mirada de mi y eso hace que mis pezones se despierten. Joder, la tensión entre nosotros es tan asfixiante en este momento. Un claxon es lo que nos sobresalta y me doy cuenta de que ya podemos continuar.

Mi respiración no es normal. ¡POR SUPUESTO QUE NO LO ES! Solo pienso en que Inuyasha me tome donde quiera. Quiero que me haga arder como mujer, como hace un tiempo no tengo la oportunidad de temblar. Que me haga jadear, que me haga gritar de placer. Si bien la hormonal de mis hermanas no soy yo, justo ahora parezco un volcán que quiere hacer erupción. Cuando llegamos a la casa Inuyasha me dedica una última mirada y no hay dudas en su mirada. Solo una pregunta ¿De verdad vas a poder con esto? ¿o solo eres puras palabras? Bien, esas son dos preguntas, pero se entiende de sobremanera lo que me quiere decir. Encarco una ceja queriendo lucir sensual, bueno, espero que eso se viera sensual y no que tengo un tic nervioso que haga que mi rostro se arrugue y parezca una loca extraña.

Sin emitir una sola palabra como lo hemos estado haciendo desde que llegamos a la puerta de nuestra casa. ¡Virgen de todas las hormonas! Inuyasha y yo vamos a consumar nuestro matrimonio. Inuyasha no espera entrar, él simplemente de un momento a otro me pega a la puerta donde ya no hay sonrisas, solo una mirada felina que me eriza la piel. Lamo mis labios en una invitación y sin preámbulos él baja la cabeza y me besa. JO-DER. ¿Por qué él tiene que besar tan bien? Como lo detesto por eso, pero luego él sigue besándome tan bien y esa queja se larga con dignidad.

Él posa una mano en mi cuello y barre mis labios. Él no tiene intenciones de ser amable, suave o dulce, Inuyasha toma mis labios con ganas de absorber todo de ellos, menos ser gentil. Cuando él mueve sus labios con descontrol, como si toda esa paciencia que mostraba en el auto era una simple falacia. Yo no me quedo atrás, lo tomo de su camisa y me pego a él moviendo mis labios contra los suyos, no soy ninguna mojigatoa en esto de besar y eso se lo demuestro una vez más. Inuyasha me hace abrir mis labios para adentrar su lengua y la mía dice: ¡Hello my friends, te esperaba con ansias! Por lo que sin esperar más se une a la de él moviéndose acorde sus movimientos. Mi mano toca su pecho y luego la mano de Inuyasha que descansaba en mi cuello baja hacia mi trasero dándole un apretón a mis nalgas. Él me agarra las piernas e inmediatamente entiendo lo que quiere. Me alza y yo enredo mis piernas en su cadera. Inuyasha muerde mi labio y se separa un poco para respirar. No se como hace, pero abre la puerta y nos hace entrar. Vuelve y me estampa contra la puerta uniendo nuestros labios.

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