Capítulo 42: Calma

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Escucho ruidos a mi alrededor, pero mi cerebro no parece captarlos realmente. Solo soy consciente de la mano fría que sostengo entre las mías mientras camino, alguien dice algo y luego esa mano se aleja de mí.

Mas lagrimas bajan sin control, lloro en este desolado pasillo de hospital. Veo mi vestido manchado de su sangre.

La sangre de Inuyasha

¿Cómo pasamos de sonrisas, bailes, caricias y amarnos a esto? No comprendo, no puedo, todo fue tan rápido que no logro asimilarlo y eso solo causa que me sienta peor. Mis piernas tiemblan ante la idea de que Inuyasha muera. Cierro los ojos y respiro hondo, pero solo siento como resbala mi espalda hasta quedar en el suelo, el frio suelo del hospital.

Entierro mi rostro entre mis rodillas mientras lloro, oro y trato de calmarme y de calmar esta necesidad de estar a su lado.

No me dejes ahora Inuyasha, no lo hagas

Sus besos, sus abrazos, sus caricias, sus sonrisas, sus palabras, sus miradas. Todo se asoma en mi mente y no puedo pararlo. No puedo hacerlo. Él no puede morir, no ahora, no cuando al fin estamos juntos, no de esta manera, no a esta edad. Inuyasha tiene el mundo por delante, debe recorrerlo, comérselo. Él no puede morir.

Varios pasos apresurados y mi nombre gritado es lo que me hace levantar la vista y ver a mi familia correr. Sesshomaru es el primero en llegar y sin decir nada se arrodilla y me abraza.

Cuando el grito desgarrador deja mis labios y soy consciente de cuanto amo a ese hombre. Inuyasha me ha enseñado tanto, me ha mostrado un camino que ni siquiera yo sabía que quería. Él es mi complemento.

—Ya estamos aquí Kag, Inuyasha estará bien—susurra Sesshomaru y niego llorando mientras arrugo su camisa entre mis manos.

—No, sus manos estaban frías, no puedo perderlo Sesshomaru, no puedo—lloro importándome poco que sea la primera vez que me ven de esta manera. Sesshomaru me ha visto llorar, pero nunca de esta manera, no como si fuese mi vida la que estuviese batallando contra una bala.

—¿Crees que Inuyasha dejará a su linda esposa viuda?—pregunta tratando de sonar divertido—él es muy celoso, no le gustara que los hombre te estén mirando, créeme, cuando se trata de ti hace muchas cosas locas—me separo de él.

—No va a morir ¿verdad?—pregunto sintiendo mis labios secos.

—No Kag, mi hermano es fuerte—asiento tratando de no llorar.

Miro hacia arriba y varios pares de ojos de observan. Izayoi llora abrazada a Inu No Taisho. Mamá abraza a papá mientras la abraza. Sango, Rin, Kikyo, Ayame y Koga me observan. Frunzo el ceño.

—¿Dónde están Naraku y Miroku?—pregunto buscándolos con la mirada.

—Están haciéndose cargo de ella—cierro los ojos y respiro hondo—desapareció luego de que dispara. Sabían que necesitarías de mi aquí—eso me saca una pequeña sonrisa—seguro no tardan en venir—respiro hondo y me abrazo a él—pero necesito saber que pasó—eso causa que todos presten atención.

—Inuyasha y yo cenábamos en un restaurante, salíamos y apareció, intercambiamos algunas palabras e Inuyasha le dejó en claro que ellos nunca fueron nada, cuando giramos para irnos vi su cuerpo caer y la sangre salir. Me quedé en estado de shock por unos minutos y luego todo fue alboroto para que nos paramédicos lo ayudaran. No sé cómo llegué aquí, solo sé que sostenía su mano. Tengo miedo Sesshomaru, mucho miedo—él niega con una sonrisa dulce en sus labios.

—Ya te dije que pronto estarán como perro y gato de nuevo—besa mi frente—¿quieres algo de comer o beber?—niego rápidamente.

—Solo quiero saber que él estará aquí, solo asegúrame eso hasta que pueda creerlo—murmuro.

Alocado Matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora