Capítulo 36: Todos aquí son dulces

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La casa de los Taisho desde pequeña me ha gustado. Es enorme como la de mis padres y muy bien mantenida. Cuando pasamos por el jardín sonrío, Inuyasha y yo solíamos molestar a Izayoi rompiendo sus flores de niños, debo recalcar que mi madre e Izayoi tienen los jardines mejores cuidados y su pasatiempo con las flores.

Inuyasha entrelaza nuestros dedos antes de entrar a la mansión y me regala una pequeña sonrisa que no dudo al momento de devolverla.

Naraku y Koga van más adelante molestándose entre ellos, pero no le presto atención a sus palabras, estoy más concentrada en la cálida mano junto a la mía mientras me guía por una casa que conozco a la perfección. De niña y adolecente venia mucho al Inuyasha y yo ser mejores amigos.

Escuchamos risas y eso me da a entender que están en el patio trasero. Cuando llegamos hasta ellos vemos como Ayame parece muy entusiasmada contando algo y Rin a su lado ríe y la apoya, Sango parece avergonzada mientras Kikyo se burla de ella.

Ayame es la primera en notarnos y me sonríe entusiasmada, pero su sonrisa flaquea al ver a Koga.

—Hola familia, ya no lloren más que llego el bombón de la familia—claro que Naraku tiene que amarse mucho a sí mismo en sus saludos.

—Por si no te diste cuenta hacíamos todo, menos llorar, y mucho menos por ti—aclara Kikyo quien parece fastidiada con él.

—Pero que genio tiene hoy la futura madre de mis hijos —Kikyo quien bebe de su jugo se atora y comienza a toser, Naraku se ríe a carcajadas y se acerca para darles palmaditas en la espalda.

—En tus mejores sueños solo sucede eso—responde evitando la mirada de Naraku.

—Ya verás que sí. Ambos somos guapos, supongo que solo debemos de saber la posición correcta y crearemos niños perfectos—Ayame parece encantada con la charla.

—¿Qué mierda Naraku?—pregunta ella con el ceño fruncido—vete con tus jodidas ideas raras a otro lugar, ni pienses que me acostaré contigo—ella vuelve a su vaso para beber.

—La esperanza es lo último que se pierde—ella ríe.

—No me gustas, ya supéralo—aclara Kikyo—y menos me gustan los rollos de mis amigas. Proponle un hijo a Kagura, ella estaría encantada contigo—Naraku hace una mueca.

—Que profundo toda esta charla—anuncia Sango.

—No quiero un hijo con Kagura, lo quiero contigo belleza—Kikyo suspira agotada con la charla.

—Iré donde mi madre, lejos de este cavernícola—dice antes de levantarse e irse de la mesa.

—Joder, ella sí que te detesta—habla Koga con una sonrisa burlona en los labios.

—Cállate—masculla Naraku antes de caminar al interior de la casa.

Sango pasa de sonreír a hacer una mueca y cuando giro me encuentro a Miroku sonriente mientras habla por teléfono. Encarco una ceja en su dirección y ella rueda los ojos antes de prestarle atención a Ayame quien habla obteniendo miradas coquetas por partes de Koga.

—¿Donde esta Sesshomaru?—pregunto confundida por no verlo molestando, es lo que suele hacer en todas las comidas que hacen nuestras familias.

—Seguro follando a su novia en alguna parte de la casa—todos miramos a Rin quien se sonroja—perdón, él solo es amable y le muestra la casa a su novia—dice con una sonrisa nada convincente.

—¿Acaso estas celosa?—pregunta Miroku llegando a su lado y sentándose. Rin le muestra el dedo del medio.

—Ustedes sí que son imbéciles—manifiesta.

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