Nadie

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Sultanato de Paradise, en algún lugar Desierto Dorado cerca de las montañas del Sol

El calor era infernal, sus piernas ya no tenían fuerza y cada paso en medio del incandescente desierto dolía como si mil agujas se clavaran en su cuerpo.

Caminar, solo podía seguir adelante. Por mucho que doliera, por mucho que el peso que cargaba a sus espaldas se volviera insoportable. Caminar, siempre hacia adelante.

Si Zeke daba con ellos seria todo. Se terminaría. Una vida al lado de un hombre que no amaba ni respetaba le aguardaba, dentro de un palacio desconocido, lejos de los dos lugares que alguna vez llamo hogar. Y él seguro moriría por haberle ayudado. La debilidad no estaba permitida, y menos ahora que otra vida dependía de ella.

El sol en pleno apogeo golpeaba inclemente. Mikasa trato de despejar su mente y solo concentrar su vista en las Montañas del Sol que se alzaban majestuosas en el horizonte. Quizás una hora más, y el laberinto natural los protegería de sus perseguidores.

Pensamientos de lo que habian sido esos tres días llegaron de pronto. El príncipe Mike Zacharius, se materializó en sus recuerdos. Un extraño y perturbador milagro, era la retorcida visión del mundo de ese personaje por demás inusual. Y a pesar de tan extraña manera de ver el mundo el monarca de Ymir tenía aliados ocultos, dispuestos a arriesgar la vida por él.

Su boda, su obligada e inesperada boda le había dado prueba del poder del menor de los herederos al trono de Ymir. En el momento que aceptó la ayuda que el excéntrico príncipe le brindaba, un plan que seguramente tenía preparado con antelación se puso en marcha.

Con gráciles movimientos Mike Zacharius siguió bailando alrededor del gran salón. Para cualquiera sería un despliegue de una gran habilidad en la danza, cuando en realidad el príncipe observaba cauteloso todo a su alrededor buscando una apertura. Y la encontró, cuando vio al Sultán alejarse a una de las terrazas, seguido de dos de los señores del desierto más importantes del Oasis Eterno.

Mikasa se sorprendió al ver como Mike la tomaba de la misma forma delicada y la conducía a un pasillo lejos del salón principal de forma tan discreta que pudo jurar que nadie noto su ausencia. Después de una breve inspección el príncipe dio con lo que parecía una puerta oculta en los muros del solitario pasillo, que solo los ojos más ágiles y sagaces podrían haber visto. Aparentemente el singular hombre conocía Topkapi como si fuera propio. Al entrar en el oscuro pasadizo Mikasa casi dio un grito al notar que no estaban solos. Un pequeño niño de no más de ocho años con la mirada indiferente, de cabello negro como la noche y las ropas desgastadas, los esperaba con una antorcha para guiarlos. Mikasa sin saber por qué, sintió la opresiva necesidad de abrazarlo. Quizás ese niño con mirada profunda le traía recuerdos, hermosos y dolorosos recuerdos.

– Cariño, él es Nadie. Nadie, te llevara a los establos donde unos amables y muy especiales amigos míos han preparado un caballo para tu huida. Y para que veas que yo no apuesto sin estar casi seguro de mi éxito, Nadie te llevara lejos del Círculo Azul por la ruta más segura hacia Xian. Aunque si fuera tú, con tan poco tiempo como para llegar al Sagrado Imperio elegiría las montañas del Sol para ocultarme al menos temporalmente. La arena del desierto no estará feliz cuando note tu ausencia y ya sea que lo logres o no, deberías cuidarte de Zeke. Te lo digo por que lo conozco, es un maldito si se le provoca. - A pesar de las palabras sombrías de Mike, el hombre jamás perdió esa media sonrisa que caracterizaba su semblante. Mikasa sabiendo que necesitaría toda la ayuda posible y comprobando que el hombre frente a ella estaba dispuesto a dársela decidió pedir un favor más. - Mike debes avisar a mi hermano. - El hombre levantó una ceja de manera inquisidora. ¿Arriesgarse aún más? ¿Por qué?

Mikasa leyendo los pensamientos del hombre, uso el único argumento que tenía. – Sería más divertido para ti. Con más cazadores en busca de la liebre ¿No? -

Había una vez una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora