Manipulador

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Reino Ymir, en las murallas de la Citadella

El sultán de Paradise miraba la conmoción que había causado el arribo de la reina Mikasa Ackerman desde una de las torres de vigilancia de la muralla que rodeaba la Citadella. Él se había reunido con el consejo del Banco continental y los demás pretendientes a la mano de la reina unas horas antes, para convencerlos de que él era la opción más viable para tomar como esposa a la misteriosa mujer. Los aspirantes a la dama y por supuesto al trono de Maria, estallaron en quejas y razones del porque cada uno de ellos era la mejor opción para desposar a la susodicha. La mayor parte de los argumentos se basaban en la vanidad y orgullo de cada uno de los nobles pretendientes, ninguno tenía de verdad una razón de peso para ser el elegido, salvo Zeke III.

Él, un hombre que había basado cada una de sus decisiones, y en general todo su modo de actuar en la razón, por primera vez en su vida deseaba algo por mero instinto. Eso había orillado al hombre a actuar en contra de su propia naturaleza fría y calculadora, pero siempre usando su intelecto como su arma de mayor peso.

Recordaba perfectamente el argumento que había esgrimido para que Mikasa Ackerman fuera suya. - Caballeros si la reina Mikasa se convierte en mi esposa en automático pasaría a ser Sultana de Paradise, debiendo dejar el reino Maria, pues mi voluntad sería ley al momento de ella volverse mi mujer y de ninguna manera permitiría que mi esposa estuviera lejos de mí o peleando alrededor de todo Rose. El gran e imbatible reino Maria sin un rey. Piénselo. En extensión territorial sólo es superado por el sagrado imperio de Xian, los recursos son escasos eso lo sabemos, pero tener el ejército invencible es una ventaja. Yo por mi parte, seguiría pagando tributo al reino. – Los caballeros a su alrededor se quedaron callados pensando en las palabras del mandatario del eterno Oasis mientras que este continuaba su soliloquio. 

- El elegido como rey podría desposar a quien quisiera, una mujer sin un pasado, una mujer que fuera solo suya. Sin que nadie en el continente supiera que antes perteneció a otro. – Esta frase hizo que muchos de los pretendientes dieran un respingo, nunca pensaron en esa posibilidad, tan cegados estaban por obtener el reino de Maria que esta nueva perspectiva no les agradaba para nada. El sultán continuo. - Ustedes, admitámoslo, no tienen la mínima esperanza de acceder al trono de sus respectivos reinos de ninguna otra forma, aun con toda la sangre noble corriendo en sus venas. No los culpo ¿Quién no desearía ser rey de Maria? Pero creo que ninguno sopesó todo lo que implica casarse con una mujer como la reina del Hielo, independientemente de su pasado con el rey Ackerman, no será la esposa dócil que todos desean. Los que la han visto aseguran que es el diablo en persona. Una mujer asi ¿De verdad creen que dejará que cualquiera que no sea ella misma gobierne lo que cree su reino? No lo creo. Una lucha constante por poder, donde ella llevaría la ventaja pues los pobladores de Maria la adoran. Casarse con Mikasa Ackerman sería someterse por completo a sus deseos. – Poco a poco los semblantes de los hombres ahí reunidos parecían empezar a comprender la difícil tarea de casarse con la soberana de Maria. 

Zeke lo noto y lanzó otro de sus infalibles argumentos, con la esperanza de convencer a esos tontos de abandonar la pelea por la mano de la mujer con ojos de luna del desierto.- De igual manera ¿Qué ofrezco a aquellos que no obtengan ni la mujer ni el trono? Con mi poder, pues yo soy la máxima autoridad en Paradise, les otorgaría un título nobiliario aún mayor al que poseen en mi reino. Y en el particular caso del príncipe Mike, al que conozco muy bien, un harén, de cien mujeres vírgenes para su disfrute personal. Si alguno desea que agregue eso a su oferta, lo haré sin problemas, con tal de que se retiren de la contienda y me permitan desposar a la reina, pues he dejado claro que no me interesa el reino Maria y también puntualizó que soy capaz de doblegar el carácter de la reina del hielo, ya que nada resiste al calor del desierto Dorado, señores.- Los hombres reunidos asentian con la cabeza, la mayoría deseaba a la mujer por el reino que vendría con ella al desposarla, su enigmática belleza era un agregado bastante atractivo pero al escuchar todos los contras de una relación con ella, los presentes lo vieron con claridad, mucho que perder poco que ganar. En conclusión, una mala inversión.

Zeke miraba como sus esfuerzos por proclamarse el candidato idóneo daban resultados con la mínima dificultad. Conocía de sobra a los nobles del continente, la gran mayoría desagradablemente parecidos a su padre. El sultán decidió dar la estocada final a su discurso.-  Incluso mis estimados caballeros, para que confíen en la sinceridad de mis palabras, puedo firmar un acuerdo aquí mismo frente al consejo del Banco continental, para certificar mi intención de cumplir al pie de la letra con mi palabra. –

Eso había sido todo, la junta que había empezado con nobles y señores feudales de todo el continente tratando de enaltecer sus cualidades del porque eran los adecuados para desposar a la reina de Maria, se había vuelto una reunión para elegir al nuevo rey de Maria.

La reina Mikasa Ackerman , tendría una audiencia al día siguiente con el consejo del banco continental para solicitar permiso para casarse, aun sin saber, con el único pretendiente que quedaba en la contienda. El sultán Zeke III había logrado lo que quería. La mujer con los ojos de luna de desierto sería suya.

Había una vez una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora