Emociones

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Reino Maria, en el castillo real

Los preparativos de la boda imperial iban más que adelantados, debido al embarazo de su hermana el Emperador de Xian junto con su prometida Annie Leonhardt se habían trasladado al reino Maria donde se llevaría a cabo la celebración en tan solo un mes. -Mik estas más pequeña de lo que creí. - El emperador Eren dijo esto al ver el casi inexistente vientre de embarazo de su hermana. Al escuchar a su hermano la reina Mikasa corrió a su encuentro abrazándolo efusivamente, como siempre.

Desde que había salido de Xian hacia cinco meses no se habían visto a pesar de que la boda del mandatario tendría lugar en el reino que era ahora el hogar de su hermana. Eren había estado sumamente ocupado y Annie, su prometida era la encargada de viajar de Xian a Maria y viceversa para ocuparse de los preparativos de la boda con ayuda de la Reina.

- ¿Eso crees? Yo me siento enorme. Además, ya ha empezado a patear, con mucha fuerza. Lo que me dice que será un bebé muy fuerte. Sabes  deseo con todo mi ser que se parezca a su padre. - La reina Mikasa miro a su esposo que recién entraba en la habitación para recibir a su hermano y prometida. El emperador Eren entretenido como estaba tocando el vientre de su hermana ni siquiera lo noto. - Por favor Mik no digas eso. Mejor que se parezca a ti, imagina un bebé con la cara de idiota de tu esposo. Siento escalofríos de sólo pensarlo. - Un puñetazo certero en el costado del Emperador proveniente del rey de Maria. - Siempre me alegran tus visitas idiota. -El rey Levi le contestó a su cuñado con un evidente sarcasmo. Su relación era idéntica a la de siempre, con la diferencia que ahora existía un aprecio entre los dos como consecuencia de su relación familiar. - Pero estoy de acuerdo contigo cretino. Nada me haría más feliz que mi hijo o hija se pareciera a su bellísima madre. – Al decir esto plantó un tierno beso en los labios de su esposa. - ¿Y Annie? -Mikasa miraba extrañada a su hermano pues su prometida siempre estaba cerca de él. - Tardará algo en llegar, pues tuvo que desviarse un poco en el pueblo para recoger su ajuar. De hecho, por eso Hanji también se tuvo que ausentar. - Mikasa hizo un gesto de disgusto al mirar a su hermano. - ¿Annie fue por su vestido y nadie me dijo? ¿Por qué? - La reina de Maria miraba francamente molesta a su hermano que agachaba la mirada para evitar encontrar los penetrantes ojos que le dirigía la muy molesta monarca. - Mocosa, yo le pedí a Hanji que no te avisara. Se que el pueblo está relativamente cerca. Pero no creo que sea conveniente que te agites de más en tu estado. Pues eran muchas las actividades las que tenía planeada la prometida de tu hermano el día de hoy. – Levi miro a su cuñado buscando apoyo para evitar el desastre que se intuía en la mirada de su esposa. - Si Mik, entiende, Annie estará casi todo el día en el pueblo recogiendo cosas y es mejor que tu descanses. - La reina Mikasa estaba furiosa, estaba harta de que todo el mundo la tratara como si se fuera a romper en cualquier momento, al grado que empezaban a ocultarle cosas para evitar que participara en ellas, ya era demasiado. - ¡Largo de mi habitación! -

Los soberanos de grandes naciones se sobresaltaron al ver el arranque de ira de la mujer frente a ellos. Levi en un intento de detener el enojo de su esposa trato de abrazarla lo que hizo que solo se molestara más. - ¡Dije fuera de mi habitación! ¡Ambos! ¡Fuera! - Mikasa estaba furiosa pero los hombres frente a ella no parecían querer moverse lo cual, sin entender cómo, la hizo querer llorar con todas sus fuerzas. Lo cual hizo.

Nuevamente emperador y rey se asustaron al ver como la mujer frente a ellos comenzaba a llorar a mares. Y nuevamente el rey Levi intento consolarla, fallando miserablemente. – No estoy enferma. Quiero salir y si ustedes no me dejan lo haré, aún así. - Mikasa gritaba entre sollozos y sin decir un palabra más, ya que los hombres se negaban a irse, camino hasta al baño donde se encerró durante todo el día. 

Había una vez una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora