~•Capítulo 7: La culpa•~

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  Frank lo miró atónito, esperando que todo se trate de una broma y no de la realidad.

  — ¿Libre?—

  — Sí, eres libre. Puedes volver a tu casa o alquilar una, contarás con mí dinero por un mes para que puedas acomodarte y ya luego ser autosuficiente, me encargaré de que...—

  — No— Lo cortó Frank— No quiero irme, y si soy libre de decidir, decido quedarme—

  — No puedes, Frank. Debes irte por las buenas porque sino... No me haré cargo de lo que te suceda cuando Jamia vuelva— Frank tragó saliva al escuchar aquello y sintió sus ojos humedecerse.

  — No... Alfa, no quiero irme—

  — Pero debes hacerlo, no soy tu alfa y jamás lo seré. Debes comprenderlo—

  — No, me niego a irme, quiero quedarme contigo, sentir tu aroma, dormir abrazado a ti. Lo necesito—

  — Necesitas marcharte, Frank. Ya te dije, no soy bueno para ti—

  — ¡Entonces dime! ¿Por qué crees que eres peligroso para mí? ¿Qué fue aquello tan terrible que haz hecho?—

  — Eso no importa, vete—

  — Me iré cuando me lo digas— Sentenció, comenzando a llorar por la frustración.

  — No puedo, Frank... No puedo decírtelo—

  Esa tarde, Frank cruzó las rejas de la mansión y fue llevado en coche a su antigua casa, que estaba sucia por estar deshabitada. Al entrar, corrió a su cuarto y, sin importarle la suciedad, se arrodilló en el suelo y se puso a llorar. Nunca nadie le había roto el corazón pero ahora, Gerard lo había destrozado.
  Ray fue el encargado de llevarlo y amablemente le bajó las maletas del auto y le ayudó a limpiar un poco.

Seguramente Gerard le dijo que lo haga.

  Pensó, a sabiendas de que Gerard siempre se preocupaba por él. Grande fue su decepción cuando Ray le confesó que Gerard le ordenó volver a la mansión de inmediato y que, básicamente, estaba desobedeciendo sus órdenes.

  — ¿Por qué me ayudas entonces?

  — Porque en este mes que pasaste en la mansión, me caíste bien y te tomé cariño. Te siento como un amigo—

  — Gracias... Yo también te siento como un amigo, Ray— El nombrado le sonrió algo triste y luego lo abrazó.

  — Tienes que volver— Le dijo en medio de abrazo.

  — Me encantaría, pero Gerard no me quiere, Ray. No me quiere cerca— Entonces comenzó a llorar.— Le dije que lo amo y me hechó de su hogar, me rompió el corazón—

  — Somos dos con el corazón roto— Le sonrió Ray con tristeza, separándose del abrazo.

  — Tu... ¿Le dijiste a Mikey?— Preguntó sorprendido.

  — Nisiquiera eso, lo encontré a los besos con el mayordomo de la casa y... Bueno, supuse que no era necesario seguir ilusionándome—

  — No... Ray...— Y Frank volvió a llorar. Que le hayan roto el corazón de esa manera a su amigo le partía el alma.

  — No pasa nada, estaré bien. Ya encontraré a alguien— Frank asintió, secándose las lágrimas y luego de despedirse de Ray, Se quedó sólo en aquella casa, sintiéndose pequeño, inofensivo y por sobre todo, solo.
  Por otro lado, al llegar a la mansión, Ray se encontró con una situación desagradable. Donald estaba en el living con Donna, Pete y Mikey, a los gritos.

Sólo Tuyo ||Frerard||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora