~•Capítulo 14: Cortejo•~

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  Frank no podía sentirse más especial, Cada mañana despertaba con los brazos de Gerard rodeándolo y su respiración haciéndole cosquillas en la nuca, además de una rosa descansando en su mesita se noche que no sabía en qué momento Gerard la había colocado. Luego desayunaba en la cama, por orden de Gerard que alegaba que al estar embarazado Frank necesitaba cuidados especiales, cosa que casi hacía reír al Omega.

  — Por favor, Gerard. Nisiquiera tengo un mes de embarazo, no me pasará nada por bajar las escaleras— Se quejaba rodando los ojos y Gerard le respondía con un gruñido.

  — Donna dice que los primeros meses son peligrosos, debo cuidarte— Decía dándole un beso, dando por terminada la discusión.

  — Te ves sexy cuando gruñes— Dijo Frank olfateando a su Alfa.

  — Supongo que depende como te gruña...— Contestó abrazándolo.

  — Puede ser... Pero me encanta cuando gruñes y te siento protector — Gerard sonrió.

  — Me encanta ser protector contigo— Confesó abrazándolo y olisqueando su cuello mientras el Omega se dejaba, ladeando la cabeza para darle lugar.

  — No puedo esperar a que me enlaces—

  — Yo tampoco puedo esperar, necesito hacerte mío, que huelas a mí y que todo el que te vea sepa que estás bajo mí protección — Frank sonrió complacido al escucharlo, cerrando los ojos y gimiendo levemente cuando Gerard mordió con suavidad su cuello.

  — Gerard... El cortejo...— Jadeó mientras el Alfa comenzaba a acariciarlo.

  — No puedo esperar...— Gruñó contra su piel, haciendo estremecer al Omega que se agarró fuerte de su espalda.— Necesito hacerte mío...

  — Oh, Gerard... Ya soy tuyo, soy tuyo y sólo tuyo, Gerard— Respondió con voz dulce y Gerard volvió a morderlo levemente, besando la zona luego.

  — Me encanta cuando lo dices, me encanta oírlo con tu voz... Que eres mío, mío y sólo mío— Frank se derritió instantáneamente, amaba esa voz de Alfa que Gerard lograba hacer, cambiando su tono normal, además de ese olor que daba vueltas su cabeza de forma placentera.

  — Bueno, bueno, suficiente ustedes dos— Exclamó Ray entrando a la habitación con los ojos cerrados.

  — ¿Por qué entras sin tocar?— Preguntó Gerard en un gruñido, molesto y Frank volvió a derretirse, extrañando sus brazos en el instante que lo soltó.

  — ¿Y por qué te tapas los ojos?— Preguntó ahora el Omega, divertido.

  — Primero: Donna me mandó a vigilarlos cada cierto tiempo con el objetivo de que no vuelvas a tomarlo hasta terminar el cortejo. Y segundo: Si viera tu trasero por accidente, Gerard me mataría— Frank rió.

  — No creo que Gerard te mate por ver mí trasero ¿Cierto, Gee?— Este se encogió de hombros.

  — Le conviene no probar suerte— Dijo con tranquilidad y Frank no sabía cómo reaccionar.— ¿Así que viniste a vigilarnos?— Ray asintió.

  — Sí, por orden de tu madre soy el guardián del trasero de Frank— El Omega se sonrojó al instante y Gerard gruñó.

  — De su trasero me encargo yo— Dijo y Ray rió.

  — Ese es el problema, no quiere que «te encargues» de su trasero, así que...— Ray sonrió divertido y Gerard le gruñó.

  — Es mí Omega— Se defendió.

  — Aún no, no está marcado, nisiquiera lleva una semana de cortejo—

  — Pero estoy seguro de que olerá el ramo y no lo tirará—

Sólo Tuyo ||Frerard||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora