Final alternativo

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  Una semana completa pasó sin rastros de Gerard y Frank ya había entrado en la locura, sentía su rabia, su impotencia y su dolor al ser torturado. Todo aquello lo enloquecía por demás, se levantaba sonámbulo en las noches, vagaba como fantasma por el día y, a menos que sea para pedir que lo dejen ir como guía para encontrar a Gerard, no emitía ni una sola palabra. Estaba como muerto en vida, se acostaba en la cama que compartía con Gerard y se largaba a llorar, tenía unas visibles ojeras y los labios resecos. Necesitaba de Gerard, necesitaba sentirlo bien.
  Mientras tanto Gerard seguía resistiendo, teniendo que ver cómo violaban a su hermana cada día y como le daban latigazos, haciéndola suplicarle que hable sobre el plan. A él también siguieron torturándolo, con la esperanza de doblegar su espíritu de hierro, pero este se mantenía inamovible en su postura de mantener la boca cerrada.
  Fue entonces que pasó algo que marcó el destino. Frank, harto de no ser escuchado, se colocó un abrigo pertinente para la época primaveral y, fingiendo sonambulismo salió de la casa, se escabulló entre los jardines, atravesó la ligustrina y escapó, corriendo hacia el noroeste. Corrió y corrió hasta cansarse y se arrodilló en el suelo, llorando.

  — ¡Alfa!— Gritó.

   Luego, se secó las lágrimas e inhaló profundo, cerrando los ojos. Entonces sonrió y se transformó, comenzando a correr con rapidez, contra el viento que se volvía cada vez más frío mientras se acercaba al noroeste. Desde hacía años que aquellas tierras eran frías aún en primavera.
  Frank corrió y llegó a un pequeño edificio en dónde olió el olor nauseabundo de Alfas mitad-lobo. Pero mientras espiaba agazapado detrás de un arbusto, alguien lo tomó y le tapó la boca, llevándoselo.

  — Bien, señor Way...— Dijo Conrrad, caminando de un lado otro, mirándolo fijo.— Ha pasado una semana y ¡Aún no hablas!— Conrrad le dió un puñetazo, totalmente colérico.— ¡No sé qué tan insensible puedes ser! ¡He violado a tu hermana hasta el cansancio!—

  — Te dije... Qué no hablaré— Gerard ya estaba muy débil, tanto que apenas podía hablar.

  — ¡No puedo creer que seas tan obstinado!— Y volvió a darle un puñetazo que le hizo sangrar la nariz.— ¿¡Qué tengo que hacer para que...!?— Entonces un soldado llegó corriendo y exclamó en su oído.

  — Lo tenemos— A lo que Conrrad sonrió.

  — Bien, señor Way. Volveré en un instante, tengo temas que arreglar—

  Conrrad salió del lugar con una sonrisa de oreja a oreja, silbando contento. Gerard aprovechó que se marchó para hablarle a su hermana que estaba atada en una silla, cabizbaja.

  — Jamia... Jamia...— La llamó y ella levantó la cabeza.— ¿Cómo te encuentras?— Le preguntó y ella sonrió.

  — ¿Cómo esperas que esté? Estoy como la mierda, Gerard— Respondió ella, molesta.

  — Lo siento, Jamia. Lo siento mucho, hermana. Pero no puedo revelar el plan— Se lamentó y ella bufó.

  — Solo era decirle el estúpido plan que tienes—

  — ¡No puedo hacerlo! ¡Nuestra raza está en juego! —

  — ¡Tu hermana también está en juego y no haces nada!— Gritó ella y se escuchó una risa.

  — Ya, tranquilos niños— Dijo Conrrad entrando nuevamente al lugar.— ¡Señor Way! No sabe la sorpresa que tenemos para usted. Resulta que mientras uno de mis chicos recorría el perímetro, se encontró con una grata sorpresa, un Omega embarazado—

  — No...— Susurró Gerard.

  — ¡Sí!— Sonrió Conrrad.— Resulta que este Omega justamente estaba buscándote ¿No es maravilloso?—

Sólo Tuyo ||Frerard||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora