Cada día de cortejo Frank lo vivía con una sonrisa, era imposible ser más agasajado de lo que Gerard lo agasajaba. Además, Gerard estaba adoptando la costumbre de hablarle a su vientre, aún delgado, y esto lo hacía sonreír aún más, pensando en la bella familia que tenía.
¿Qué más podría soñar?
Habían pasado dos semanas de cortejo y Gerard mantenía su promesa, todos los días lo llevaba a comer afuera. También cumplía con todos sus caprichos, desde ropa que deseaba, hasta comidas que, según Frank, eran antojos del bebé, a lo que Donna replicaba que ya se enterará cuando tenga antojos porque el bebé era demasiado pequeño aún. Incluso cuando se largó a llover Gerard le cumplió el capricho de salir a correr en la lluvia, volviendo completamente empapados y temblorosos a la mansión, pero aún así, completamente felices de pasar un buen rato juntos.
Pero entonces, una tarde, el timbre de la mansión sonó y cuándo Pete abrió la puerta no sabía bien qué hacer, porque un hombre entró rápido, llamando a Frank. El mayordomo intentó calmarlo pero falló, el hombre gritaba con todas sus fuerzas, desesperado y al borde de las lágrimas.
— ¿Papá? — Preguntó Frank al bajar las escaleras, sin creer que su padre estaba allí, llamando por él.
— ¡Frank! ¡Frank!— Gritó «Cheech», corriendo a abrazar a su hijo con fuerza, besándole la cabeza luego.
— ¿Qué haces aquí, papá?— Preguntó Frank en medio del abrazo y él lo tomó de los hombros, con una mirada que Frank no quería desifrar.
— Vine a sacarte de aquí— Dijo y Frank sintió su mundo venirse abajo.
— No— Negó con firmeza, empujándolo.
— Pero Frank, vine a sacarte de esta casa, ya no serás más el juguete de un Alfa, te lo juro, hijo— Insistió Cheech
— Tú y Linda me entregaron, pertenezco a esta casa ahora ¿Lo recuerdas?— Espetó cruzándose de brazos mientras Gerard bajaba las escaleras. Cheech miró al Alfa con pánico en los ojos y abrazó a su hijo, acercándose de espaldas a la puerta.
— ¿Frank, qué sucede?— Preguntó Gerard con un pequeño gruñido cuándo vió a su Omega ser abrazado sin cuidado.
— ¡Papá, sueltame!— Exclamó Frank a la vez, intentando zafarse, pero su padre lo abrazaba fuerte, viendo a Gerard con pánico.
— Aléjate de mi hijo— Dijo, sacando un arma y apuntando en dirección a Gerard con su mano temblorosa.— No dejaré que le pongas una mano encima a mí hijo nunca más— Volvió a hablar, sintiendo las lágrimas agolparse contra sus ojos, mientras Gerard levantaba las manos en alto con lentitud.
— Tranquilo, baje el arma— Dijo con suavidad y Frank volvió a respirar, había dejado de hacerlo inconscientemente cuando vió el arma.— No hay necesidad de hacer un escándalo, baje el arma, por favor—
— ¡Papá, baja el arma! ¡Baja el arma, papá, no le hagas daño!— Suplicó Frank forcejeando para soltarse de su agarre.
— No dejaré que toques a mí hijo ¿¡Entiendes!?— Gritó Cheech cuando Gerard dió un paso adelante.
— Nadie tocará a su hijo, nadie le ha hecho daño, se lo juro por mí honor— Comenzó a decir Gerard.— Él ha estado bajo mi protección todo este tiempo— Cheech frunció el ceño.
— No quiero saber a cambio de qué— Gruñó.
— ¡Papá, no hagas una locura, por favor!— Gritaba Frank, mientras Cheech ya estaba en el marco de la puerta.
— No quiero ni imaginar las cosas que le han hecho pasar a mí hijo aquí— Gruñó de nuevo.— Tuve que actuar antes, pero ya estoy aquí y me llevaré a mí hijo antes de que le hagan algo más—
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Sólo Tuyo ||Frerard||
FanfictionGerard y Jamia son dos alfas peleándose por un Omega totalmente asustado, luego de haber sido entregado a la familia Way casi como un esclavo por sus padres que se avergüenzan de que su primogénito y único hijo sea un Omega. Gerard no se quiere en...