Breaking Rules: Una Vez Más ( Terminada)

capitulo 37: explosion de aromas

La noche estaba fría, el rocío adornaba como gemas las calles. Pequeños charcos
recordaban la llovizna que ya se ausentaba.El cielo estaba despejado, con aroma a
tierra húmeda. Las estrellas espiaban lo que hacía yo a esas altas horas, cuando nadie
miraba.
Tuve que hacer una pausa para darme un baño, por que el olor a cigarrillo había
embriagado mis hebras , y mis pantalones mojados ya me incomodaba las entrepiernas.
Entonces, tomé mi chaqueta de cuero, y mi pantalón limpió... no le digan a mi hermana
que le robé de igual manera perfume. Y peiné mi rebelde melena, aunque, ambos
sabemos que se despeinará.
Cambié mi bici por mi moto, me coloqué en casco y salí cuando mi madre no pudo
sospechar de mi huída.
Le había escrito entonces, a Mari para que me esperara dos calles mas lejos de su
casa.
No quería dejarla tanto tiempo sola en una noche peligrosa. Una damisela tan
bonita nunca debe salir sin compañía.
A los pocos segundos frené a centímetros de ella. Mari, levemente se asustó por millegada no anunciada, se aterró al verme encuerado y el casco que cubría completo mi
rostro.
-sube- dije. Escuchar mi voz la relajó.
Ya no lo pensó dos veces antes de subir. Se recostó de mi espalda frágilmente que
casi no sentía su cuerpo, y sus manos en mi abdomen bajo, provocó un cosquilleo que
recorrió todo mi sistema, sus manos era diminutas,y su respiración, cálido y sutil
como una rosa.
Era como en mis sueños.
Sin embargo su olor a pan y a vainilla, era real... que purificó mis pulmones.
Nos colocamos en marcha.
-¿puedo saber a donde vamos?. -preguntó.
-sabes que no te voya responder.
-¿oficialmente me estas secuestrando?.
-no te lo diría si fuese cierto.
Entonces llegamos al lugar , una cúpula de cristal donde se reflejaba la luna en su
vidrial, y un mar de colores en su interior. La había traído al vívero, uno de los lugares
más hermosos que he tenido la dicha de conocer.
Cuando entramos fuimos embriagados por el olor de todas las flores que allí se
acogía en sus macetos, risueñas y llamativas, amontonadas unas encima de las
otras. Un arcoiris de pétalos se esparcía a donde quiera que vieras.
La había traído en nuestra primera cita al paraíso, donde el atardecer estaba
modelado con flores. Di un previo golpe a una de las macetas, despertando a las
luciérnagas que dormían en los capullos, entonces se levantaron como estrellas a
danzar... a iluminar tus espejos, Mari iba a llorar de emoción, por el lugar hermoso que
la había traído.
-¿estoy soñando o es real?-rodeé con mis manos su delgada y pequeña cintura.
-es real-susurré-quise traerte aquí hace mucho tiempo... aquí..nadie nos ve y estas
rodedeadas de hermosuras como tu.- ella se estremeció.
Entonces la guíe más adelante.
-¿es legal estar aquí?
-tengo contactos...
-¿y por que me has traído hasta aquí?.
-porque quiero que conozcas más de París, la ciudad del amor...que no es solo los
alrededores de la torre enffiel, es mucho más ... el amor es mucho más que eso...-ella
me sonrió en respuesta.
Le indiqué a que tomará asiento, mientras corría a buscar algo. Me volví hacia ella para
admirarla una vez más, estaba bajo un arco de rosas, rodeada de arbustos de claveles
y varias luciernagas iluminaban sus ojos. Era solo una reina....por un momento olvidé
que decir...
-ya vuelvo- le indiqué- no me tardo. Dije y fui a buscar el motivo que estaba allí.
La verdad, no me había decidido que flor regalarle.
Pues, ella no merece una simple rosa como toda chica le regalaría, ella merecía un
gesto más profundo...Pues una flor tiene un significado y una promesa.
Entonces, volví con un ramo de flores que se me resbalaba de las manos.
Ella sabía a que venía, solo la mitad del plan. Me senté a su lado y deje respirar las
flores.
-no podía decidirme que flor regalarte, así que la mujer me recomendó que por cada flor,
te hiciera una promesa, y que la construyera con su belleza.
-cualquier flor que me hubieras regalado la apreciaría enormemente.
-no mereces solo una flor, sino toda la pradera... y ...am... dejame comenzar-ya me ponía
nervioso, temía decir una estúpidez.
Tome el no me olvides y lo besé.
"te doy este no me olvides para ofrecerte mi fidelidad eterna"