El cielo comenzaba a teñirse de un hermoso color rojizo, señal de que la noche daba paso a una hermosa mañana dejando observar a más detalle la enorme ciudad de Tokyo casi por completo destruida, abandonada.
El humo que salía de algunos edificios no era lo suficiente espeso para evitar observar el bello fenómeno natural, belleza de la vida intentando llenar de esperanza los corazones de quienes pudiesen detenerse a apreciar, algo que un joven de rizos verdes aprovechaba en ese momento. El calor del sol, la leve brisa del viento y los colores del cielo le hacía pensar que todo estaba bien.
Como si nada de lo que había presenciado en esos últimos dos meses hubiese pasado en realidad.
Una pequeña lágrima pasa mojando su mejilla derecha e impactando en su mano de un color pálido, sabe en qué estado está su cuerpo y es por eso que no baja la mirada. Detesta recordar todo eso. Sabe que para él, la esperanza de volver a ser como era antes está casi por completo perdida, no hay cura por ahora y teme que, al no llegar a tiempo, pueda volverse un ser sin raciocinio.
En cuanto el sol estaba por fin fuera de su escondite, decidió hacer lo mismo para buscar algo de comer. Su andar era lento, pero no porque estuviese infectado sino porque no deseaba crear algún ruido que alertara a alguien cercano.
Si bien ya no podía temer más por los seres podridos que alguna vez lo mordieron, sí tenía que andar con cuidado por algún sobreviviente.
No sería la primera vez que un humano trata de matarlo al darse cuenta del contagio.
Llevaba consigo una mochila amarilla que había encontrado al inicio de todo en la cual guardaba, entre algunas cosas, un pequeño cuaderno y pluma en donde anotaba todo lo que le parecía interesante de sus días desde el momento en que se dio cuenta del desastre.
Papel y hoja se volvieron su más grande confidente, un pasatiempo con objetivo que le ayudaba a comprender un poco mejor su entorno y a sentir por unos instantes que hacer aquello valdría la pena en algún futuro para algún sobreviviente que llegue a matarlo y se quedase con sus cosas.
Me pregunto, ¿Qué harán los demás pensantes? ¿Se esconderán igual que yo? ¿Intentaría alguno de ellos una amistad con algún sobreviviente como lo intenté yo?
Suspiró tras recordar lo último. Había sido muy arriesgado aquello, pero por un momento creyó que podía lograrlo. Una compañía.
Esa fue su primer experiencia como infectado frente a un sobreviviente, aunque en ese momento se preguntó quién de los dos debería de ser llamado de esa forma si el humano, aún después de haberlo salvado, no se detenía hasta verlo muerto.
— debería de anotarlo, quién me asegura que un humano leerá mis notas y no otro pensante — detuvo su andar justo en un parque hermoso que, si no recordaba mal, era uno al cual iba mucho de pequeño.
Un lugar en el que se oían risas de niños desde muy temprano por quedar cerca de varias casas, hasta casi entrada la noche por algunos adolescentes o pequeñas familias dispuestas a dejar el lugar para volver otro día; ahora sólo quedaban recuerdos de aquello.
El lugar aún mantenía su ambiente tranquilo a pesar de haber más de un pequeño cuerpo mutilado debajo de algunos arbustos o en algún juego infantil. Aquello sin duda le generaba una enorme tristeza.
Se sentó en una de las bancas para admirar un rato más el lugar y, después de sentir una opresión en el pecho, sacó su libreta de la mochila con la idea en mente de escribir sobre lo que sentía al estar ahí.
Era difícil no recrear los tiempos de oro en ese parque, revivir en recuerdos el haber estado ahí con su madre hasta muy tarde cuando habían eventos. Oh, su madre, cuánto la echaba de menos. Era el único recuerdo borroso que mantenía consigo y que luchaba por recordar, él sabe que su madre estaba en su compañía durante las primeras semanas de todo el caos, pero ¿Qué pasó con ella?
Sus manos se detuvieron, su vista quedó fija al frente de él en dónde se encuentra una bella fuente, pero en realidad es como si viese a la nada. Parece que su corazón se detiene y el único movimiento en todo su ser es el de su cabello por el suave viento de esa mañana.
Las mismas reacciones desde hace un tiempo. No se mueve, nada de él lo hace, pero aún puede sentir y lo que siente es miedo. Miedo a aquello desconocido que lo azota ahora mismo dejándolo literalmente como un muerto tieso.
Alguien... Ayuda
Su vista se mantiene en un sólo lugar, pero por el rabillo del ojo alcanza a ver un movimiento. Lento, torpe; sabe que hay algo ahí.
Y preferiría que no lo estuviese, al menos de esa cosa no.
Si bien tenía anotado en su libreta sobre los distintos tipos reconocidos - por él - de caminantes, había algo que aún no anotaba por no saber cómo hablar de algo que tenía duda de si era real o era alguna alucinación de transición entre vida y muerte pues era en momentos como esos en los que no puede moverse que podía verlo.
Algo que podría catalogar fácilmente como un monstruo de piel podrida color verdosa, sin ojos ni nariz, de un enorme tamaño y boca deformada.
Por un momento se sintió dichoso por no poder moverse, pues esa cosa no lo veía a menos de que hiciese ruido, algo que obviamente no haría ni aunque quisiera.
— ¿Te pasa algo brócoli de mierda? — y se preocupó. Su corazón volvió a latir, pero el primer latido había sido brusco causándole dolor del cual se quejó moviendo sus manos a su pecho y frunciendo el ceño, pero rápidamente recuperó la compostura al recordar que alguien le había hablado.
— Ngh... — sentía su garganta demasiado seca, pero todo eso pasó talvez a tercer plano cuando observó al ser de antes voltear en la dirección en donde estaba parado el chico que lo veía a él con el ceño fruncido - ¡Vete!
Sus ojos se llenaron de lágrimas, sintió una enorme necesidad de toser y así lo hizo. El piso se manchó de varias gotas de su sangre al toser, su pecho aún dolía, pero no podía dejar que aquel ser atacara.
Nunca lo había visto, jamás, pero su mirada directa a la suya le decía que se conocían de años.
¿Por qué siento que debo salvarte?
Sus ojos se cerraban de a poco por el cansancio que estaba experimentando, podía deducir que le quedaba poco tiempo antes de quedar completamente inconsciente, y no pensaba desaprovechar cualquier oportunidad.
Pudo observar cómo el chico abría su boca para hablar y cómo también aquel ser corría hacia ese chico.
Con todas sus fuerzas, se levantó del suelo, corrió hacia el ser levantando su puño derecho y gritando dio un golpe directo en el rostro del ser. Después de eso todo se volvió oscuro.
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Lovelipsis 【KatsuDeku】
FanfictionEl mundo comenzó a marchitarse rápidamente sin ninguna explicación, las personas cambiaron drásticamente matando se entre todos por el extraño virus que atacó a todo ser viviente. y, aún así, entre tanto caos que azotaba a la humanidad, hay esperanz...