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Me metí en la cama llorando, esperando que esa imagen se me fuera de la cabeza.

En algún punto del llanto me quedé dormida, aunque no recuerdo cuanto rato estuve.

Intenté despejar mi mente y centrarme en lo realmente importante: mi granja y mi salud.

Quedaban tan solo 4 días para acabar el verano, y mis apreciados melones ya estaban listos para ser recogidos.

Sabía que estaba ignorando los consejos de Harvey, pero yo me encontraba bien. Me podía valer por mi misma, sin la ayuda de Sebastian.

Por mucho que intenté olvidarle, no pude. Esa imagen no se iba de mi cabeza y cada vez que la recordaba me hacia mas daño.

Pensé que sería buena idea ir a hablar con Sam, así que eso fue lo que hice. Me dirigí hasta su casa y tras saludar a Jodi, entré a la habitación de Sam.

— ¿S-Sam? — dije al no verle en la habitación.

— ¿_________? — dijo él desde la cama. — ¿Qué haces aquí tan temprano? — dijo con la voz adormecida.

— Necesitaba hablar con alguien... — mis ojos se empezaron a aguar y entonces Sam entendió que algo malo había sucedido.

Sam se levantó y me dejó un hueco para sentarme en la cama con él. Yo intenté retener las lágrimas y explicarle todo lo que había visto la noche anterior.

Acabé llorando sobre su hombro, y Sam se limitó a abrazarme y decirme que todo estaría bien, que seguro que se solucionaba todo.

Agradecí su compañía, el poder hablarlo con alguien me había ayudado.

Jodi me ofreció el quedarme con ellos a comer, a lo que yo accedí. Realmente estaba muy agradecida de poder pasar mi tiempo con gente tan amable.

Después de comer volví a mi granja. Vi que tenía una carta de Demetrius en el buzón. Quería que le llevara un melón para hacer una investigación suya.

Realmente no me apetecía mucho ver a Sebastian, pero no podía ser tan egoísta y fastidiar el proyecto de otra persona solo por mis problemas personales.

Afortunadamente, aún no había vendido todos los melones, así que cogí uno y fui hacia la carpintería.

No fue difícil encontrar a Demetrius, lo cual agradecí bastante. Estaba en el laboratorio con Maru, hablando de cosas científicas justo cuando yo entré.

— Hola, Demetrius. — dije sonriente. — Hola, Maru.

— Hola, _______. — dijo Demetrius. — ¿A qué se debe tu visita?

— Tengo el melón que me pediste. — dije entregándoselo. — Espero que este te sirva.

— Oh, sí, es perfecto. Muchas gracias. — dijo Demetrius con cara de confusión.

— ¿Pasa algo? — pregunté curiosa.

— Sí... Yo escribí la carta esta mañana, pero no he ido a dejártela al buzón. Iba a pasar mañana a dejarla. — Demetrius miró a Maru. — ¿Has sido tú?

— No, papá. Yo no he sido.

— Bueno, da igual. Lo importante es que ya está aquí el melón. Toma, un detalle por las molestias.

— Muchas gracias. Hasta luego.

Al salir de la carpintería volví a ir hacia mi granja. Como ya no tenía más cultivos que plantar, esos últimos días de verano los iba a aprovechar para descansar.

〰️〰️〰️

Era el último día de verano, y como había estado haciendo durante los últimos 3 días iba a ir a la playa a bañarme y disfrutar del buen tiempo.

Cuando estaba ya a punto de llegar, vi una valla que impedía el paso.

"Estamos preparando el festival de hoy. Por favor, vuelve más tarde."

¿Festival? ¿Hoy? ¿Porqué nadie me ha dicho nada?

Vi a Penny pasar por detrás de mi junto con Vincent y Jas, así que aproveché para preguntar.

— Perdona, Penny. ¿Que festival hay hoy? — dije interrumpiendo su marcha hacia la biblioteca.

— Oh, hoy es el festival de las medusas lunares. Es por la noche, te recomiendo que vayas. Es muy bonito...

— Gracias, Penny. — dije sonriente.

"A esperar hasta la noche", pensé.

〰️〰️〰️

— Hey, ______. — dijo Sam. — ¿Vas a ver las medusas?

— Sí, me han dicho que es muy bonito de ver.

— Sí, la verdad es que mola bastante. — dijo mirándome a los ojos. — ¿Vamos?

Asentí y entramos a la playa. Nos quedamos en el muelle, donde Sebastian me tiró al mar hacia unas semanas.

Otra vez estaba pensando en él. Era inevitable, aunque hace apenas 4 días me partió el corazón.

Estaba inmersa en mis pensamientos cuando la barca con el farolillo se alejaba del muelle. Poco después empezaron a acercarse a la costa cientos de medusas luminosas.

Sin darme cuenta, me quedé embobada mirando el mar iluminado. Realmente era una imagen preciosa.

— Es bonito, ¿verdad? — dijo alguien detrás mío.

Esa voz... — pensé. Simplemente asentí como respuesta.

— Las medusas lunares siempre vuelven a su hogar, aunque se alejen mucho. — dicho esto pasó sus manos por mi cintura y suspiró en mi nuca. Yo me estremecí ante el contacto, pero realmente se sentía bien.

— S-Sebastian... — dije en voz baja.

— Lo siento mucho. Te juro que ha sido un malentendido. — Sebastian me cogió de las caderas y me giró, quedando así a centímetros de su cara. — Fue Abigail la que se abalanzó sobre mí, pero yo no quería...

Interrumpí sus palabras para besarle. Allí, delante de todos, le besé como si no importase nada ni nadie. Y, realmente, el mundo dejó de importarme.

Al principio Sebastian se sorprendió por mi repentina acción, pero poco después me siguió el beso. Yo pasé mis brazos por detrás de su cuello y él me acercó a su cuerpo gracias a sus manos en mis caderas.

Al separarnos, abrí los ojos para encontrarme con su cara iluminada por el brillo de las medusas. Ambos estábamos sonriendo como idiotas y yo, muerta de vergüenza, escondí mi cabeza en su pecho. Él solo me abrazó, pero con ese gesto supe que en verdad me quería y no quería hacerme daño. Como él dijo, había sido todo un malentendido.

Una vez las medusas se volvieron a alejar, Sebastian y yo fuimos cogidos de la mano hasta mi granja. Ya en la puerta, se despidió de mí.

— Buenas noches, que descanses. — dijo él alejándose.

— ¡Sebby! — dije cogiéndole del brazo. — Quédate a dormir...

Sebastian sonrió y asintió. Ambos nos metimos en mi estrecha cama. Yo apoyé mi cabeza en su pecho, y poco a poco me fui quedando dormida. Antes de caer completamente rendida, escuché a Seb decir algo mientras jugaba con un mechón de mi pelo.

— No sé porqué me gustas tanto...

🖤 Newbie | Sebastian 🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora