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La lluvia caía fuerte dejándole dos caminos por tomar. El era quien debía elegir su camino y su destino. Estaba en sus manos la vida de las dos mujeres cual amaba de una forma especial.

“Solo puedes salvar a una. La que no, dale por hecho que no la veras nunca más.”

Miro al cielo oscuro por la noche y grito enojado con todo. ¿Por que a el? ¿por que todo lo que amaba terminaba por desaparecer? No lo entendía.

-Tres días antes-

Evangeline había logrado que Kagome se quedase a cenar. Extrañamente se llevaban bien y se sentía dichoso. Las dos mujeres que más quería estaban allí comiendo tranquilamente aunque no sabía porque sentía en su pecho que esa felicidad no duraría mucho.

Veía a Kagome y su corazón latía con fuerza. Estaba allí en su mesa, comiendo de forma callada, con sus ojos entre cerrados y prácticamente mirando el plato. Algo tan característico de ella. Y luego estaba Eva, quien sus ojos brillaban mientras le hablaba sobre su día y sonreía. Incluso le servía más carne en el plato.

Una era como el sol, resplandeciente, capaz de cegarte con su inmenso brillo. Y la otra era como la luna, fría y distante. Pero que al descubrirla poco a poco te vas enamorado de ella por eso, que te enloquece.

Se alegró de nunca tener que escoger entre ambas, porque no sabría que rumbo tomar.

—Ah Inuyasha, toma —le entregó un pedazo de flan —Kagome lo hizo —la vio mirarlo y sonrojarse para luego agachar la vista —pruébalo.

—¿Puedo? —le preguntó y ella aceptó sin mirarlo.

Agarró el plato y se llevó un trozo a la boca dándose cuenta de que era la primera vez que probaba algo dulce hecho por ella. Y sabía increíble.

—¡Buah! ¡esta muy rico! ¡tienes muy buena mano para los postres!

—No es nada del otro mundo —susurro —¿por que se pone tan feliz por eso? —vió la hora en su reloj —¡ah! —exclamó llamando la atención de ambos —tengo que irme —se levantó y ordenó la silla.

—Deja que uno de los choferes te lleve. Es tarde y peligroso —advirtió Evangeline pero ella negó con la cabeza.

—Kagome, es mejor además—

—No hace falta, gracias por la cena, permiso.

Eva intentó decirle algo cuando Inuyasha la detuvo. Conocía a Kagome y sabía que cuando ella decía no... era no.

Salió de la casa despidiéndose del guardia que siempre estaba en aquella pequeña caseta para dar paso hasta el departamento.  Era cierto que era tarde y que no había aceptado el ofrecimiento. Pero mientras más lo pensaba más coraje tenía con ella misma.

Esa mujer era increíble, dulce, amable, quería a Inuyasha. Incluso sabiendo todo lo que la forma en que lo 'uso' no la cuestionó y tampoco le reclamo nada.

—¿Como puedo luchar yo contra alguien así? —se dijo cruzando la carretera y mirando al suelo.

Un hombre la vio entrar por una carretera y esa sería la última vez que se vería a Kagome Higurashi. Luego de esa noche, ella no volvió apareceraparecer durante tres días.

Kagome llevaba cuarentiocho horas desaparecida y el sospechoso principal era Inuyasha. Cuando se enteró de todo estaba llegando a su casa junto con Evangeline y toda la policía junto con la prensa lo atacaron ahí precisamente.

—¿Cuando fue la última que la vió? —volvió a preguntar el hombre regordete mientras comía una rosquilla.

—Ya se lo dije —puso sus manos en la mesa —ella estuvo en mi casa esa noche, incluso cenó con mi compañera. Luego de eso tomó sus cosas y se marchó. Incluso Eva le ofreció un chofer pero ella se negó. Yo no la tengo secuestrada, jamás podría hacerlo.

MI ODIOSA PRESIDENTA© [+18] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora