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London, England.

2014.

Julie

La clase de filosofía era una completa mierda. Pero una bien gorda, no una de esas pequeñitas que cagan las cabras del monte, no, de las gordas de caballo.

Me estaba agobiando, tenía demasiada presión en el cuerpo y un bloqueo mental que no me lo quitaba nadie. Época de exámenes, con eso os lo digo todo. Habíamos comenzado la universidad a eso de dos semanas o tres, y en esta semana me habían encasquetado cuatro exámenes, todos de golpe, además. ¿Me queréis decir qué voy hacer con mi vida? Había comenzado el curso y yo me quería morir. Dadme una pistola que me la pongo en la sien y aprieto el gatillo acabando con la cruel y dura rutina.

— Señorita Brown, ¿se encuentra bien?

— Yo... no, ¿podría ir al baño por favor? —supliqué desesperada.

— Está bien. Vaya. —dijo el profesor reanudando la lección.

Salí de aquel infierno con pupitres, pizarras y paredes cochambrosas hacia el baño como alma que lleva al diablo.

Entré sofocada a los baños y de repente oí una especie de gemidos, espera, ¿gemidos?

— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —pregunté lo suficientemente alto como para que el que estuviera allí haciendo cosas impropias y subidas de tono saliera fuera.

Llamé a la única puerta que estaba cerrada y volví a repetir lo mismo hasta que se abrió y me quedé completamente anonadada.

Del interior del baño salió la señorita McDuffy hecha un adefesio. Tenía la camiseta desabrochada y la falda por los tobillos, y lo que pareció ser su impoluto y perfecto moño, quedó de él un parecidísimo donut aplastado.

Pero lo que más me sorprendió de todo fue ver a Liam subiéndose los pantalones y fulminándome con la mirada. Normal, les he cortado todo el rollo.

Menos mal que los baños tienen seguros, no me hubiera imaginado la vergüenza que habría pasado si le hubiera visto el pajarito a Liam.

— ¿Qué cojones haces tú aquí? —preguntó agresivamente.

La profesora había salido hacía un rato roja cual señal de tráfico.

— La pregunta es... ¿qué haces tú aquí? Aunque eso me ha quedado bastante claro. ¡Te has tirado a la siesa! ¡Qué fuerte!

— Sí.

— ¿Sí? ¿Ya está? ¿¡Es que acaso no te sientes mal por su pobre marido?!

— Pero si es una puta, se folló al de la radio, qué más le dará un polvo más, esa buscaba rabo y lo ha tenido. Es una mosquita muerta, las mata callando, sabía que me deseaba, y ha caído —se acercó a mí y me acorraló entre la pared— como pronto caerás tú también.

Carraspeé incómoda por la situación que se estaba produciendo en este momento. Estaba demasiado cerca para mi gusto, y no es que me gustara sinceramente, más que nada porque acababa de follar y yo llevaba algo así como diez minutos en el cuarto de baño y el profesor debería pensar cosas que no son, no quería quedar como una ninfómana empedernida y tampoco quería que pensase que me había entrado un apretón de narices.

— Ehm, ¿puedes apartarte, por favor? —apoyé las manos en su torso ejerciendo fuerza sobre él para que se apartara. Pero adivinad qué: no se movió ni un centímetro, al contrario, me acorraló aún más. Voy a explotar, joder. ¿Vosotros sabéis la sensación cuando pisáis un escarabajo que se queda aplastado y se esparce por el suelo una especie de líquido viscoso y asqueroso? Pues digamos que yo estaba más o menos así.

Screwed up mess | One Direction Fan Fiction |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora