▪︎Chloe James ▪︎— Que te vaya bien en la prueba y cuando llegues estarás sola, hoy entro más temprano al trabajo — Suspiró.
— Esta bien mamá, que tengas linda jornada — La abracé y luego me despedí con la mano.
Me daba pena mentirle a mi madre, pero necesitaba relajarme y despejarme de todo por unas horas al menos. Reachell me esperaba en su auto y apenas entré me dio un estruendoso beso en la mejilla, iríamos directo a nuestra cafetería favorita, íbamos cada fin de semana, claro cuando no teníamos tantas responsabilidades como ahora. Ya estábamos en último año y debíamos aprobar todas las materias, hoy es la primera vez en meses que faltamos porque queremos, en realidad si tenemos tres faltas en todo el año es mucho.
— ¿Qué le dijiste a la señora Estella?
— Obvio que iba a la prueba — Contesto mientras retoco el brillo de mis labios — Si le hubiera dicho que nos iríamos a un café en vez de ir al instituto, ahora estaría llevándome de los pelos para allá — Sonrió.
— Eso ya lo he visto, aunque no me importaría verlo de nuevo — Rompió en carcajadas y yo le pegué en el hombro.
— ¡Oye! Eso ya pasó hace mucho tiempo — Reproché.
Ese día jamás lo olvidaría. Estábamos en primero de secundaria y un día se nos dio por escaparnos, obviamente no nos salió para nada bien porque nos cruzamos con la mamá de Eros y fue directo a contarle a mi madre que nos vio en el centro comercial. Me fue a buscar y me jaló de la oreja al auto, fue vergonzoso, había mucha gente y chicos. A Reachell y a mi nos castigaron, aunque su castigo fue peor que el mío, que era no salir por un mes y tenía que cuidar a su hermano pequeño que es un demonio.
Llegamos a la cafetería y el tan familiar aroma a café se coló por mi nariz en cuanto cruzamos la puerta. Una mujer veterana nos sonrió, ella siempre nos atendía y de seguro estará sorprendida de vernos por aquí otra vez. Le devolvimos la sonrisa y nos sentamos en unos taburetes demasiado alejados de todos, aunque habían pocas personas pero preferiamos estar lejos.
— Linduras, me da gusto verlas por aquí de nuevo, hacia meses que no venían — La mujer no quitaba ni un segundo su sonrisa, siempre fue así de simpática — ¿Qué se les ofrece?
— Hemos estado un poco ocupadas con nuestro último año — Suspiró Reach.
— Si, pero en cuanto terminemos este año prometemos volver a frecuentar esta deliciosa cafetería — Bromee.
— Eso espero entonces — La veterana dejó el trapo con el cual limpiaba la mesada — ¿Qué se les ofrece? ¿lo mismo de siempre?
— Yo quiero cambiar el menú hoy, se me antoja una malteada de frutilla y una medialuna agridulce — Contesté entusiasmada.
— Para mi un chocolate caliente y unas tostadas — Tomó el pedido de las dos y se marchó.
Me giré un poco para ver por el gran ventanal el cual daba a una vista magnífica, era todo pura naturaleza, montañas y pinos gigantes perfectamente alineados, muy hermosos y muy verdes. Observé un poco la cafetería también, no había cambiado mucho, sus paredes son rojas, las mesas de madera beige al igual que los largos bancos. El suelo negro, la barra roja y negra, los taburetes rojos y la poca decoración también es negra.
Me detuve en una cabellera gris que llamó demasiado mi atención y enseguida pude reconocer a Atenea. Sé que hay miles de personas con ese color de cabello pero aquí no era muy común y por su físico te dabas cuenta que era ella. No estaba sola su hermano Apolo estaba acompañándola. Parecían estar discutiendo, aunque no duró mucho porque él se fue de la cafetería molesto y ella siguió tomando de su taza.
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Amae
RomanceLos Anderson son todo lo que aspiramos al pensar en querer formar una familia; buena posición económica, hijos ejemplares y mucho dinero. Pero detrás de ese dinero, detrás de su gran perfección ¿qué son tan capaces de esconder? ¿Cuantos secretos de...