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▪︎ Chloe James ▪︎

Cuando nunca pensé que podría estar pensando en esto justamente llegó el dichoso momento. Encima de mi cama habían dos vestidos: uno blanco que se ajusta a mi cuerpo y llega hasta más arriba de la mitad de mis muslos y otro negro, ajustado y suelto hasta las rodillas, ambos con plataformas negras.

Emy decía que el negro, mientras que Hanna el blanco. No eran de mucha ayuda ninguna de las dos, a mi me gustaban ambos pero más el blanco.

- Ponte los dos, modela y te diremos -Opinó Hanna.

- Es lo que hice ¿tres veces? -Dije con sarcasmo - Me pondré el blanco - Decidí mientras me acercaba a tomarlo.

- ¡Si! - Chilló Hanna dando saltitos - Anda, ve que falta media hora para que tu príncipe azul venga a buscarte - Estampó el vestido en mi pecho y me empujó al baño.

No me dio tiempo a quejarme así que me saqué la ropa de vagabunda que tenía ahora y entré en el hermoso vestido que mamá me había regalado para mi dieciocho cumpleaños. Me seguía quedando igual de hermoso que siempre, no por presumir pero así lo sentía yo. Hacía resaltar mis curvas y parecía que tenía más trasero de lo normal. El escote corazón se ajustaba perfecto a mis pequeños pechos, me puse una cadenita dorada y fina solo como adorno, unos pendientes de perlas y finalmente decidí dejar mi cabello negro suelto y planchado.

Me puse las plataformas y caminé un poco en el baño, sonreí satisfecha al ver el resultado y salí.

- ¿Qué tal me veo? - Pregunté dando una vuelta entera y haciendo una pose extraña.

- Te ves hermosa - Sonrió Emy.

- Si yo fuera Eros te follaria duro apenas te viera - Comentó Hanna.

- Cállate - La golpeé suave en el hombro y miré la hora - Voy a bajar que en unos minutos supongo que llegará.

Agarré mi bolso y puse algunas pertenencias en él, también el maquillaje que terminaría en el piso de abajo. Al llegar ahí me puse enfrente del espejo y comencé a retocarme los labios, decidí pintarlos de un rojo cereza, mis ojos solo tenían una línea de gato pequeña y delineador, aplique rímel y listo. Jamás fui de maquillarme en exceso menos ahora que saldría con Eros, ¿y si comienzo a sudar y mi base se corre? Que vergüenza de solo pensarlo.

Puedo ver que Hanna viene por atrás y me da una palmada en el trasero.

- ¡Oye! - Me quejo con diversión.

- ¡Lo siento! Es inevitable - Otra palmada.

Un bocinazo se escucha afuera - Basta ahí llego mi prometido y solo él puede darme nalgadas - Les guiño un ojo.

Ambas abren la boca y dicen al unísono - Maldita perversa.

Me despido de ambas y enseguida una sonrisa se plasma en mi rostro, al salir no me preocupo por disimularla si no que todo lo contrario, al verlo mi sonrisa se ensancha más. Él lo nota y me sonríe también. Esta guapo, muy guapo y elegante. Tiene un traje negro, sin corbata dejando a la vista su camisa blanca. Su pelo está perfectamente peinado hacia atrás y al acercarme su olor a colonia se cuela en mi nariz haciéndome cerrar los ojos.

- ¿Estas oliendome? - Pregunta divertido, abro los ojos y me encojo de hombros.

- Hueles bien - Reí - Y te ves demasiado bien - Me acerco seductoramente y le doy un beso en los labios mientras agarro sus brazos.

AmaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora