Capitulo trece ~Tenemos que hablar~

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—¡Mi cabeza!- chilló Joe entrando a la cocina-. Ay mamá- puso sus manos en su cara-. Alguien que me ayude, estoy muriendo. Demasiada luz.

Sofia soltó una carcajada a lo que él bufó, le entregó una pastilla y un vaso de agua. Luego sirvió unas tostadas y café, y cerró las cortinas.

—¿Qué pasó anoche? ¿Cómo llegué a mi cama?

—Ben me ayudó. Roncaste como nunca en tu vida.

—Lo sien... espera, ¿Ben estuvo aquí?- ella asintió-. ¿Y qué? ¿Hicieron cositas?

—¡Joe!

—No grites mujer.

—Eso te ganas por decir estupideces.

—¿Entonces qué pasó?

—Nos trajo, ya que alguien estaba demasiado borracho como para caminar, y no iba a poder llevarlo a la cama, moriría en el intento al subir las escaleras- el sonrió inocente-. Te dejó en la cama y se fué- se encogió de hombros-.

—¿Cuándo admitirás que te gusta?- la castaña rodó los ojos-. No pretendas que no sientes algo por él.

—No pretendo nada Joe. Sí, me gusta, ¿Y?- Joe abrió sus ojos y sonrió de oreja a oreja-.

—Se lo tienes que decir. Sé que él también siente algo por ti, es hora de que ambos digan lo que sienten.

—Joe- él la miró con una sonrisa de niño pequeño- Ben está con Melody.

—No.

—Si.

—No.

—Si.

—Nop.

—Si Joe.

—Nop Sofi.

—Joe- comenzaba a molestarse-. Tiene novia, punto. No quiero comenzar esa charla de nuevo.

—No, no tiene. Terminaron anoche- sonrió-. ¿Debería sentirme mal?- ella asintió-. Bueno, pues no, lo siento pero es tu oportunidad. Está soltero, disponible, listo para ti. Esperando a que su gran amor se le declare- Sofia lo observó divertida-. Dispuesto a amarte como nunca nadie te amo en tu vida.

—Bien, me quedó claro.

Joe se levantó y caminó hacia ella sonriendo.

—Esperando para darte el mejor sexo de tu vida.

—¡Joseph!

—Ahora ve a la habitación, ponte algo sexy y ve a conquistar a tu hombre- alzó los brazos-.

—Es temprano, debe estar durmiendo.

—Sofia- ella dirigió su mirada hacia él-... No me obligues a vestirte yo mismo, lo disfrutaría, pero... al demonio, ven- la tomó de la mano-. Claro que no te desnudaré ni nada. Pero si eligiré la ropa, lo siento pero con tu estilo de monja- negó subiendo la escalera- no señorita.

—¿Qué tiene de malo mi ropa?- preguntó ofendida-.

—Nada, solo que usas ropa dos talles más grande.

—A mi me gusta, es cómoda.

—Y te queda hermosa- se excusó-. Pero quiero que uses algo que atraiga las miradas, como anoche- buscó en el armario-. Algo ajustado, pero no tanto, se que ví algo cuando hicimos las maletas.

Siguió buscando por unos minutos más mientras ella cepillaba sus dientes de manera nerviosa.

—¡Bingo! Esto lo matará, no se resistirá.

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