CAPÍTULO 12

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Kaira, mientras todos bebían y conversaban, se había esfumado para estar sola un momento. Había subido hasta el balcón, donde ella dormía, para sentarse y ver las estrellas. Sumida en sus recuerdos y en las palabras del Gran Ancestro, no se dio cuenta que alguien había llegado a su lado.

― aquí estabas, gatito ―escuchó la peliverde a su espalda.

No hizo falta que ella se volteara para saber quién era, con su voz y ese lindo apodo quedaba claro. Ban estaba de pie con su habitual semblante confiado y despreocupado, aunque en realidad, le angustiara lo pensativa que estaba Kaira.

―solo vine a ver las estrellas ―contestó el gato sin voltearse.

―abajo también pueden verse ―dijo el inmortal, mientras se sentaba al lado de la peliverde.

―solo quería pensar un momento a solas, nada más ―dijo Kaira.

El zorro observó a Kaira como miraba las estrellas. En ningún momento había quitado la vista de aquel cielo nocturno, por lo tanto, en ningún momento había volteado a ver al inmortal.

Ban estaba preocupado, sentía que el gato de la seducción se alejaba de él. Pero, ¿por qué se sentía de esa forma, si él amaba a Elaine? ¿Por qué sentía la necesidad de tener a Kaira a su lado? La respuesta era simple: estaba confundido. Si bien era verdad que amaba a Elaine, también era cierto que antes de conocer al hada, había conocido a Kaira y la había amado intensamente. Kaira había sido su primer amor, le había abierto las puertas de su casa y de su corazón desde el primer momento en que se conocieron. No lo había rechazado por intentar robarle, no lo había señalado por ser un ladrón. El zorro había vivido junto a ella por dos años, habían compartido sus penas y alegrías. Había llorado su muerte y sufrido un vacío, que hasta ese momento, no sabía que aún tenía. Él creía que ese vacío se había llenado cuando conoció a Elaine, pero ahora se dio cuenta que solo lo había reprimido.

Ahora que Kaira estaba de vuelta, temía que algo le pasara, que ella se fuera. Temía tener que elegir entre el gato y la hadita.

―ahora tú eres el pensativo― dijo Kaira, que por primera vez lo miraba.

Ban salió de su trance y sin pensarlo, rodeó con sus brazos el cuerpo de la peliverde. La ojos de gato sintió como sus mejillas se calentaban y una corriente eléctrica recorría su cuerpo. Su corazón se aceleró ante la cercanía del inmortal, y de pronto, fue demasiado conciente de estar, literalmente, pegada al pecho de Ban.

―Ba...Ban, ¿estás bien? ―preguntó una nerviosa Kaira.

―lamento lo que pasó hace un rato ―dijo Ban.

―olvida eso, guapo zorro, no tiene importancia ―dijo la peliverde intentando parecer tranquila.

―pero estabas molesta ―agregó el inmortal, quien en ningún momento dejaba de abrazar a la ojos de gato.

―no estaba molesta contigo, sino conmigo ―comentó Kaira.

El zorro separó a la peliverde de su cuerpo para poder mirarla a los ojos.

―¿por qué dices eso?

―sé que tengo el poder suficiente para haberlo salvado, pero no fui capaz de hacerlo ―dijo el gato de la seducción cabizbaja.

―no te culpes, el capitán también lo intentó y no pudo ―dijo el zorro.

―no lo entiendes Ban, mis poderes mágicos son precisamente para eso. Cada vez que me enfrento a algún ser, mis habilidades van dirigidas a salvar o destruir el alma del otro ―comenzó a explicar Kaira―. Tal vez te preguntes ¿Qué tiene que ver eso con Dale? Pero está más conectado de lo que parece. La sangre de demonio se alimenta de las emociones negativas de las personas, la desesperanza, los deseos de venganza, pero si eres capaz de llegar a su alma y purificarla, todo ese poder demoniaco es eliminado. No sé si hubiese logrado volver a ser humano completamente, llevaba mucho tiempo en ese estado, pero estoy segura que habría seguido con vida.

EL GATO DE LA SEDUCCIÓN [BAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora