CAPÍTULO 5

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Encontrar al octavo pecado capital había sido toda una sorpresa para los demás pecados, ya que ella, sin duda, era una maestra en ocultarse, pero no solo físicamente, sino también, su poder. Kaira tenía la grandiosa habilidad de ocultar su poder, provocando que ni siquiera el ser más poderoso del mundo pudiese sentirla, aunque esta se encontrara a su lado. Es por eso, que ningún pecado había podido percibir la presencia de la chica ni reconocerla.

Después de que la princesa Elizabeth le ordenara al caballero sacro Griamore que se llevara a su hermana Veronica para sepultarla, se quedaron observando como este se marchaba. Kaira se quitó su capa y se dio cuenta que su vestido color rosa pálido estaba rasgado y que tenía varias heridas en su cuerpo. La princesa Elizabeth y Diana se mostraron preocupadas por la joven, pero esta solo se limitó a sonreír.

―no es nada, no se preocupen ―dijo la chica del cabello verde―, ni siquiera me había dado cuenta.

Kaira hizo que todos se juntaran alrededor de ella. Ban, comenzó a protestar, pero King lo jaló para que se uniera al grupo. Kaira le sonrió al hada e hizo callar al zorro. Abrió su mano derecha y en esta aparecieron tres pequeñas esferas doradas, que, mirándolas detenidamente, podías darte cuenta de que en realidad eran tres cascabeles que no emitían sonido. Estos comenzaron a girar a una gran velocidad en torno al grupo, emitiendo una luz dorada que envolvió a cada uno. Cuando los pequeños cascabeles pararon en la mano de Kaira, todos se encontraban recuperados de sus heridas.

―impresionante― susurró Elizabeth.

―oye, algo me inquieta ―dijo el zorro, posicionando la atención en él―, ¿y tú espada?

Todos quedaron mirando al capitán Meliodas.

―ah, creo que la robaron ―dijo Meliodas como si nada.

― ¡¿Qué?! ―exclamó Kaira, mirando a Meliodas preocupada.

Todos observaron la escena de como Meliodas y Kaira se desafiaban, como si tuvieran una conversación silenciosa. Elizabeth, por su parte, no pudo evitar sentir una pizca de celos por su complicidad.

― ¡Ag! Bien ―gruñó Kaira cruzando sus brazos frente a su pecho, como si Meliodas le hubiese dicho algo.

―pero, esa espada era muy importante, ¿no lo inquieta? ―intervino Elizabeth justo a tiempo.

―todo esto me inquieta ―dijo serio el dragón de la ira―, pero lo importante es que tú estás bien, ¿no es así Elizabeth? ―dijo Meliodas cambiando a su habitual postura alegre y relajada, colocando colorada a la princesa.

Kaira rodó los ojos y volvió a sonreír. El capitán Meliodas jamás cambiaría.

―Sate, sate, sate. Que dices Kaira, ¿nos acompañas? ―preguntó Meliodas mirando a la joven de los ojos de gato con su habitual sonrisa.

―ya que. No tengo a donde ir ―contestó la joven como si nada.

EL SOMBRERO DE JABALÍ

Los pecados, Elizabeth y Hawk se encontraban alrededor de una fogata afuera del Sombrero de Jabalí. Ban había cocinado un rico pescado. Cuando este puso un plato delante de Kaira esta miró el pescado hipnotizada.

La joven dio un grito de emoción y se metió un bocado de pescando a la boca. Ban la miraba con diversión y una pisca de ternura. Al darse cuenta de que se había quedado observando a Kaira, sacudió la cabeza y siguió sirviendo la comida.

―esto está delicioso ―dijo Kaira con la boca llena. Sus ojos brillaron por la emoción―. No comía pescado desde hace 10 años.

Elizabeth, se acercó a la chica del cabello verde y se dio cuenta que los ojos de esta brillaban con intensidad.

EL GATO DE LA SEDUCCIÓN [BAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora