Atrapado

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Creyó que se le hacía tarde, miró rápido su celular antes de salir de casa apurado para llegar a tiempo después de haber llorado la noche anterior hasta caer dormido. En esos días era lo único que hacía ya: llorar durante las noches abrazando su cuerpo, rodeandose con su aroma para que nadie se acercara, al día siguiente seguía como si nada hubiera pasado, serio y frío como se mostraba al mundo.

Condujo lo más rápido que pudo a la base, ya eran varios días que llegaba tarde al entrenamiento, y esa no era la imagen que quería dar a sus reclutas. No señor, aún con todo el dolor se su ser debía levantarse de nuevo y volver a tomar su lugar.

Miro el reloj del auto, faltaban 10 minutos y el tráfico de la ciudad no ayudaba mucho, la ira conjunto a su desesperación iban burbujeando en su pecho, saliendo como un gruñido grave comparado al de un animal hambriento.

Muchas cosas sucedieron en los últimos meses, todo eso había sido anunciado pero él no quiso ver las señales, estaba ciego, encerrado en un mundo creado por el mismo y cuando recién comenzaba a despertar ya era tarde, el se había ido y tal vez no iba a volver.

Frenó de golpe al ver como un auto se detuvo delante de él, irritado sonó su claxon durante varios minutos, tratando de ver si así algo de su amargura era liberada con el fuerte sonido de la bocina.

Nada, lo único que logró fue que el individuo del vehículo frente suyo sacará su cabeza por la ventanilla y gritara improperios hacia el, su familia y su difunta madre.

-Beta estúpido, ¿Crees que me intimidarás tan fácil?- respondió mostrando los colmillos, un comportamiento primitivo típico de un alfa.

El beta solo lo ignoró y siguió con su camino, el alfa ahora más disgustado que cuando salió de su casa se apresuró a llegar a la base una vez que el semáforo volvió a ponerse en verde.

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Esa mañana parecía un cafre al volante, esquivando cualquier auto que se le pusiera de frente, tratando de ir lo más rápido que las reglas de tránsito le permitían; se pasó un par de luces rojas y casi arrolla a un grupo de niños en un cruce escolar. Era como si estuviera huyendo de forma inconsciente de lo que le disgustaba... Y eso hacía.

Su hogar, el departamento que alguna vez compartió con su pareja y zona de confort desde que cayó en el alcohol ahora era un sitio donde no quería estar, lleno de recuerdos y basura... Si su vida ya era caótica ahora se había vuelto algo insoportable.

En todo el camino los recuerdos parecieron asaltarle sin piedad: las risas, el aroma a miel del cuerpo ajeno, las cálidas tardes en casa, los entrenamientos privados y apuestas, las salidas y viajes... Su precioso rostro, ojos expresivos, la eterna seriedad que sus cejas mostraban, los labios gruesos.

Lágrimas amargas se agolpaban en sus ojos cansados e hinchados, mordió su labio superior al sentir como empezaba a temblar y estacionó el auto al percatarse que había llegado finalmente.

Salió apresurado sacando la bolsa a medio cerrar con el uniforme y otro cambio de ropa, azotó la puerta muy fuerte y caminó a la entrada.

Solo para percatarse que aún no había llegado nadie.

-¿Que?- parpadeo varias veces  y luego revisó su celular.

6:30 am

-No es posible... Juraría que era más tarde- murmuró incrédulo y agitado

Luego miró al cielo y al fin vio la oscuridad del amanecer, con estrellas aún brillando; luego sintio el clima, el viento frío golpeaba su rostro, terminando de regresarlo al mundo real, el mundo fuera de su casa.

***

Subió una pequeña colina cercana al lugar para contemplar mejor el surgir de la mañana en lo que la hora correcta llegaba a él.

Observó el cielo en espera del crepúsculo con tonalidades rojizas y amarillas, su cabello negro se revolvía con el aire, el rocío en la hierba mojaba sus pantalones pero poco le importó. Y entre el amanecer de ese día se perdió de nuevo en sus recuerdos, esta vez... Permitiéndose sentir el arrepentimiento y todo lo que no quiso admitir el día en que se dio cuenta que lo perdió.

***

Fueron tantas las señales que hubo, el era su ancla y el que le daba sentido a su vida. La sonrisa acogedora, su voz llena de vida, esos ojos que solo lo miraban a él... Pensó que siempre estaría ahí, oh que equivocado estuvo.

-Chris, tenemos que hablar- ahí estaba de nuevo, en esa fatídica tarde de sábado.

Habían estado peleando y discutiendo por todo y de todo, el alfa siempre exigía tener la razón mientras que el omega era más sensato y coherente con sus argumentos. ¿Que había sido está vez? No estaba seguro y tal vez no había sido su culpa, pero su terquedad hablaba por el y la nueva sensación que sentía a través del lazo que los unía lo mantenían paranoico.

-¿Y ahora que quieres? ¿No tuviste suficiente con lo de hace rato?-

-Ya estoy cansado de ti, no haces más que ver por tus propios intereses y nunca te preocupas por como estoy yo-

Chris rodó los ojos, irritado como últimamente lo había hecho

-Oh por favor, no seas exagerado... Claro que me preocupo por tu bienestar-

-Claro que no, ¿Cuando fue la última vez que de verdad me prestaste atención? Lo único que haces es compadecerte por algo que sucedió hace ya 3 años-

-No sabes el dolor que me causa que todo mi escuadrón haya muerto por esa alfa... Ada Wong-

Piers se quedó en silencio, lo miraba decepcionado, sus perfectos ojos habían perdido el brillo con el que lo miraban hace tiempo atrás.

-Yo también fui parte de tu escuadrón...-

Bajó su rostro, intentando ocultar las lágrimas que empezaron a rodar por sus mejillas.

-Ya no puedo contigo... Ya no quiero ser tu pareja-

-No tienes opción, somos destinados- como se arrepintió de haberle dicho eso, tan seco y como sino hubiera sido nada

-Ya no más... He encontrado a alguien que si me aprecia tal como soy...-

La revelación le dolió más que un disparo en el estómago, el silencio reinó entre ambos, su lazo se tensó... Nada salía de su boca, todo quedó atascado en su garganta y cuando pudo hablar finalmente solo dijo...

-¿Que?-

-Rompe este lazo que me une a ti, ya no quiero estar atado a tu lado-

***

El naranja pronto se volvió amarillo y este en cuestión de minutos se volvería azul. Su garganta se cerró, su esencia surgió reflejando el dolor interno que sentía. Se levantó, sacudió la tierra de sus pantalones y regresó a la base, justo a tiempo para el primer entrenamiento del día

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Bearfield and Puppiers antology (CANCELADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora