15. El peso de su debilidad | Parte 2

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Las circunstancias habían cambiado de forma drástica en un pestañeo

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Las circunstancias habían cambiado de forma drástica en un pestañeo. La última vez que había visitado a Janna con el propósito egoísta de sentirse mejor se había prometido que no repetiría un llamado desesperado y urgente que solo conseguiría preocuparla. Sin embargo, la noche le había dado las razones necesarias para visitarla una vez más. Del martes al sábado sus mundos se habían mezclado hasta que sus límites habían acabado por perderse. Ella se había perdido. Y, como siempre que se perdía, terminó tocando el timbre de la casa que siempre era su última opción.

Ruuben abrió la puerta. El hombre, cansado, la saludó con una sonrisa colmada de tristeza.

—Ven, entra —la invitó—. Janna salió con Johanna, no tardan.

—¿Hoy cocinan madre e hija? —le preguntó, mostrando una calidez que en ese momento no sentía. Los padres de Janna no eran las personas a las que más deseaba ver durante aquella semana.

—Hoy y mañana, conseguí liberarme un fin de semana entero —respondió, a la vez que tomaba asiento en la sala y le indicaba que hiciera lo mismo—. Senna, hay algo que me gustaría decirte.

—Si es sobre mi relación con Janna, puedes estar tranquilo. —Senna aceptó su invitación y se sentó en un sillón de un cuerpo—. Sabes que no es mi intención dañarla y, si viera que el seguir siendo amigas es perjudicial para ella, haré lo que sea para que esté mejor. Con o sin mí.

—No es sobre Janna, tranquila. Aunque no usaría la palabra «amigas» para hablar de lo que son. —Inspiró antes de continuar. Su mirada se tornó seria, casi culpable—. No, Senna. Es sobre Sara. Quiero decirte que, como su mejor amigo y alguien que le debe todo lo que es, si deseas preguntarle algo y no tienes el valor de hacerlo, puedes preguntármelo a mí. Ella jamás sabrá que tuvimos esta conversación.

Dudó. Algunos interrogantes debían mantenerse ocultos de Ruuben dada su naturaleza humana, pero otros... Sobre otros sí podía hablar. Necesitaba hablar.

Se trasladó al borde del sillón con la mirada fija en aquel hombre que le tendía una mano.

—¿Por qué?

—Porque Sara siempre tuvo el temor de que le ocultaras cosas por miedo a lo que podía responder. Más de una vez se quejó de la distancia entre ustedes y de cómo le dolía sentir que su hija se alejaba sin motivo. Tanto tú como yo sabemos cómo es Sara en su rol de madre y puedes imaginarte lo difícil que resultó para ella enterarse de tu relación con Janna por nosotros y no por ti, que se lo contamos creyendo que ya sabía la primicia. Y también porque sé que puede mejorar algo entre ustedes antes de que se encuentren, y eso le haría bien a Sara.

Senna asintió, comprendiendo que decía la verdad. Su madre y Ruuben se sentían hermanos, incluso quería a los padres de Ruuben como si fueran sus padres y había decidido viajar con ellos luego de hablar con sus hijos sobre el divorcio. Se había equivocado al pensar que Sara estaría sola si ellos se fueran a Alkaham; tenía en Finlandia la familia que había elegido.

Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora