16. Los nombres que protegió | Parte 1

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Llevaba el bolso cargado, los ánimos por el suelo y la tensión a flor de piel

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Llevaba el bolso cargado, los ánimos por el suelo y la tensión a flor de piel. No había descansado por la noche, perseguida por los sucesos que había vivido y que aún no podía categorizar, y tampoco estaba segura de que podría descansar durante el fin de semana. Había comenzado a trazar un plan para sus próximos días mientras regresaba a su casa, con la intención de vencer aquella voz que la incitaba a alejarse, a mantenerse al margen de lo que había ocurrido durante los últimos días, y le recordaba que no era asunto suyo. Se había esforzado para cumplir su papel en el evento de Lilja, había estado desde temprano en la casa para acompañar a Tanja, había intentado aliviar la carga de la familia Virtanen. Eso estaba dentro de lo que esperaba hacer. Sin embargo, también escuchó cómo Senna hablaba del relicario y del sótano en términos que ella desconocía, fue blanco de un desconocido que había irrumpido en la casa de su amiga y había descendido por la escalera sin luz del espacio secreto de Jaakko Virtanen. Había dado más de lo que esperaba y había aceptado seguir allí, aun sabiendo que la desesperación de Tanja no se reflejaba en ella y que la realidad que Senna les había confiado no era una verdad en la que pudiera creer. Ni siquiera podía llamarla «verdad».

Emma había desarrollado la capacidad de hallar explicaciones a cada suceso desde que Sonja había mostrado interés en recibirla en su hogar. Podía atribuir a su cansancio las emociones que la mujer lograba revivir y justificar con sugestión el efecto de sus palabras, pero no encontraba un modo de convencerse de que todo lo que había visto, todo lo que Senna les había mencionado, fuera real. Y, aunque sentía que su percepción estaba fallando, que el error debía estar en ella, que, como observadora, había pecado de subjetiva, no lograba dar con la grieta a través de la cual la existencia de un nuevo mundo podía verse real. Un mundo con magia o, como Senna lo había llamado, con «hilos de energía». No podía evitar preguntarse de qué tipo de energía hablaba, pero había tenido la consideración de no meterse en cuestiones tan finas cuando sabía que iba a ser la estudiante de ciencias la que hablara, no la amiga que buscaba acompañar. Aun así, la estudiante de ciencias no hallaba explicación física para el fuego azul que había surgido de Senna, que había emergido de su pecho, que había danzado entre sus manos. No encontraba razones para que unas palabras pronunciadas por determinada persona pudieran abrir un hueco en una pared sólida. No comprendía cómo se habían liberado de los intrusos que habían entrado a la fuerza a la casa de Tanja. Si sus ojos la habían engañado durante una noche, ¿cómo podría confiar en su tacto? ¿Cómo podía estar segura de que algo invisible no la había forzado a avanzar en contra de su voluntad hacia un grupo que no generaba más que desconfianza y ante el cual se había declarado como la persona a la que buscaban? ¿Cómo podría olvidar el frío que rodeaba su cintura mientras era obligada a acercarse? Y, lo más importante, ¿cómo se explicaba a sí misma que la única razón por la que había actuado con valor era que confiaba en que Senna podía protegerlas?

Jamás había necesitado mostrarse valiente en su entorno familiar. Nunca había tenido que responder en nombre de otra persona ni había sentido la obligación de defender a nadie más. No era lo suyo involucrarse de ese modo. Sin embargo, a pesar de sus objeciones, había esperado que alguien lo hiciera por ella y había confiado en que Senna tenía las herramientas para sacarlas de allí. Se había entregado sin terminar de creerle y la culpa había hablado en su lugar mientras aceptaba transcribir los textos que pesaban en su bolso.

Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora