Su madre había escogido un sitio especial para la velada. La entrada rústica y los amplios ventanales que dejaban ver el exterior le parecieron detalles ideales para conmemorar un día en el que recordarían a su padre, que tanto apreciaba la naturaleza, incluso a pesar de que un paseo nocturno por el puerto había sido su última acción conocida. La nieve había formado una fina capa que cubría las tablas del suelo y se acumulaba en la corteza de los arcos que destacaban la entrada. La brisa mecía los finos copos y formaba con ellos caminos apenas distinguibles hacia el sur. Tanja lamentó no poder descender del vehículo ahí mismo; debía esperar a que se acercaran al estacionamiento cubierto y rodear la galería para aparecer en la entrada principal.
Leena iba a su lado, con la mirada perdida en algún punto en dirección opuesta al salón. Rozó su brazo para indicarle que habían llegado, pero solo obtuvo un susurro ahogado como respuesta.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Leena asintió y la miró por fin. Sus ojos húmedos contenían las lágrimas mejor de lo que Tanja misma podría hacerlo más tarde en la noche, con el brillo adecuado para sugerir que resplandecían de emoción por la velada y no que daría casi cualquier cosa por estar encerrada en su habitación.
Sostuvo la mano de su hermana menor y oyó una vez más cómo su mente reproducía un «está vivo» que se entrecortaba en la voz humeante de Senna.
—Estarás bien —le aseguró. Deseaba poder jurarlo.
El vehículo se detuvo y Emma, que había sido la última en subirse, fue la primera en descender. Lilja fue la última y Tanja pudo ver cómo se detenía y los observaba caminar en grupo mientras avanzaban hacia la galería. Iba con su hermana y su amiga, una a cada lado, y seguían a Mikko, y por un instante fugaz sintió que marchaban solos al encuentro de un recuerdo que ninguno había deseado enfrentar en primer lugar.
Lilja se apresuró a alcanzarlos con una disculpa en su mirada y le indicó a Emma que se adelantara y anunciara que estaban listos para ingresar. Hizo que se detuvieran allí, a unos pasos de la puerta que los separaba de lo que habrían preferido evitar, y tomó a Leena con una mano y a Mikko con la otra. Fijó sus ojos cansados en Tanja.
—Si hubiera nacido con el don de las palabras, podría agradecerles su compañía con el discurso más emotivo que se haya visto de una madre en mi situación. Pero, en su lugar, nací con pasión por el diseño y mi gratitud se refleja en lo que llevan puesto, en el discurso que Emma me ayudó a escribir para esta noche y en la decisión de continuar a pesar del dolor. Los tres saben lo que anunciaré en un par de horas y no puedo expresar con palabras cómo me siento al saber que me acompañan, que siguen aquí. Este giro importante y necesario será crucial para el próximo año en la firma y no podría dar el siguiente paso sin ustedes. No podría haber sobrevivido al último año.
Leena tomó con sus dos manos la de su madre y la besó. Lilja le regaló el esbozo de una sonrisa.
—Si papá regresara mañana, le encantaría saber que estamos avanzando. Es lo que el querría que hicieras.
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Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)
FantasíaMientras oculta la maldición que consume su fuego, Senna descubre que sus amigas peligran a causa de su mundo y ella es la única que puede protegerlas. ...